sábado, 25 de febrero de 2012

9. TU LUZ ME GUIARÁ Y ME ILUMINARÁ


Aquella noche decidimos que sí Alba y sí Pablo se quedarían a dormir en mi casa porque había muchas cosas de las que hablar y tenía ganas de que aquellas dos personas que se habían convertido tan importantes para mí se conocieran más y se llevaran bien porque de ahí en adelante pasaríamos mucho tiempo juntos. Aunque cada vez quedaba menos tiempo para que Pablo volviera a su vida. Yo no quería pensar en eso porque con tan solo imaginarme que me tendría que adaptar a una vida sin él, se me hacía un nudo en la garganta.
         Pero sabía que tenía que disfrutar al máximo del tiempo que nos quedaba, simplemente porque no sabía si podría verlo antes del concierto de Donostia y lo echaría mucho de menos.
         Se me ocurrió que podíamos hacer un plan de los nuestros: paseo, cena y película en el sofá. De esos planes en los que lo mejor es la compañía.
         Se lo propuse a ellos y coincidieron en que, al ser un poco tarde, sería mejor pasar directamente a la cena y película. No sabíamos qué película elegir así que optamos por alguna que no hubieramos visto ninguno de los tres. Decidimos ver ‘’Siempre a tu lado, Hachiko’’. Cenamos una ensalada y un poco de pollo. Tampoco teníamos mucha hambre, sobre todo Pablo y yo, ya que aquél día habíamos vivido muchas emociones.
         Hicimos unas palomitas y nos pusimos a ver la película. Estábamos los tres en el sofá: Pablo sentado, yo tumbada con la cabeza apoyada en sus piernas y Alba con la cabeza en las mías. Yo le cojía una mano a Pablo mientras él acariciaba mi pelo y Alba estaba agarrada a mi pierna.
         -Hacemos una cosa. La que primero se duerma le paga la cena a los otros dos. ¿Trato hecho?-dijo Pablo, en cuanto comenzaron los créditos iniciales de la película.
         -Un momento-yo me puse a pensar-. Has dicho que LA que primero se duerma. ¿Crees que tú no te vas a dormir o qué?
         -¿Yo?-lo dijo en tono vacilón-. Nunca me he dormido viendo una película, pero vosotras en cambio…Tenéis carita de sueño.
         -Ay, Pablete, cómo nos conoces.
         La forma en que Alba dijo eso nos hizo gracia a los dos. Sentía que Pablo, aun estando gracioso, estaba algo serio, como si tuviera una cierta melancolía dentro. Lo notaba porque suspiraba mucho o me acariciaba la cabeza de una manera diferente, como si fuera una caricia de despedida. Para asegurarme de que no fuera así, levanté la cabeza y le miré a los ojos. Estaba claro, su sonrisa mal dibujada lo delataba. Le susurré: ‘’Luego tenemos que hablar’’. Él asintió.
         La película transcurrió entre lloros por parte de Alba y yo, a la vez que miradas entre Pablo y yo. Había veces en las que notaba su mirada, y cuando yo lo miraba, él apartaba la suya. No estaba segura el porqué de aquello pero no me gustaba y necesitaba saber por qué pasaba eso.
         La película terminó y decidimos quedarnos viendo un capítulo repetido de ‘’Cuéntame’’ un rato, ya que a Pablo le gustaba mucho y a nosotras no nos importaba. Era más que evidente que Alba ya había notado que entre Pablo y yo había algo, ya que estábamos muy callados.
         -Olatz, ¿puedes venir un momentito a la terraza, please? –me dijo Alba, al rato de que dijera que iba a salir un momento, para tomar un poco de aire.
         -¿Te importa?-le pregunté a Pablo.
         -Ve, tranquila. Querrá hablar contigo, yo me quedo viendo esto.
         Le sonreí y le dí un beso tierno en la mejilla.
         -¿Qué pasa?-le pregunté a Alba, mientras me sentaba a su lado en el sofá de la terraza.
         -A mí nada, ¿y a Pablo y a ti?
         -A mí nada pero a él…Lo has notado, ¿verdad?
         -Está como preocupado, triste…
         -Ya lo sé-me estaba empezando a preocupar-. Me da la sensación de que está melancólico…
         -¿Por qué no hablas con él? Yo me iré a dormir y os dejaré tranquilos.
         Era increíble la buena voluntad que tenía Alba en cada momento. Siempre se preocupaba por los demás.
         -Tranquila, antes de irnos a la cama hablaré con él.
         El rato ese viendo la televisión transcurrió con pocos comentarios y muchos pensamientos. ¿Habría hecho algo mal? ¿En qué estaría pensando Pablo para estar así de distante?
         Alba me hizo un gesto añadiendo:
         -Bueno, parejita. Os dejo, que estoy super cansada y me voy a dormir.
         -Descansa guapa-le dijo Pablo-. Mañana nos vemos.
         Me hizo un gesto de: ‘’Habla con él’’, y se fue.
         Pablo y yo estábamos abrazados viendo la televisión, y yo quería hablar con él pero no sabía cómo sacar el tema. Había una tensión terrible; odiaba esa sensación.
         -Voy a tomar un poco de aire.
         Salí a la terraza, a causa de la buena temperatura; cojí mi guitarra, me senté en el sofá que había allí y me puse a tocar.
         Al rato de estar tocando ví que Pablo estaba apoyado en el marco de la puerta que llevaba a la terraza, con la vista perdida en el horizonte, escuchando lo que yo tocaba.
         -¿Qué ocurre? ¿He hecho algo mal? Llevas toda la noche mal…-me temía lo peor.
         Pablo enseguida se giró hacia mí.
         -¿Por qué dices eso? No has hecho nada mal…
         -Pablo, no nací ayer y sé de sobra que a ti te pasa algo.
         Suspiró. Se acercó a mí y se sentó a mi lado, con la mirada en el suelo.
         -Pasado mañana me voy. Tengo que empezar con la gira de invierno. Pero no puedo separarme de ti.
         El mundo se me cayó encima. El momento que no quería que llegara pero que tenía que llegar, llegó.
         -Pablo…Tienes que seguir haciendo feliz con tu música a la gente. A mí también me duele y claro que me gustaría que te quedaras conmigo pero debes irte, tu gente te espera en otras partes del mundo y tú y yo nos veremos pronto, te lo prometo.
         Quería que Pablo me viese fuerte pero me derrumbé. Una lágrima me cayó por la mejilla y él lo vio.
         -Vale, sí, yo también me he acostumbrado a vivir a tu lado, a sentir tu calor en mi cuello, a ser tu sombra, convivir contigo, sentir tus abrazos, estremecerme con cada uno de tus besos, pero Pablo, sabes mejor que yo que debes irte, por mucho que nos duela.
         Ví que a él también le cayó una lágrima. Le cojí de la mano. Tuve un impulso y me lancé a sus brazos. Necesitaba sentirme segura una vez más en el calor de sus brazos. Tenía mi cara en su cuello de modo que olía su colonía. Ese olor me hacía saber que estaba a mi lado, cerca, su cuerpo rozando el mío.
         -Olatz, ahora que has entrado en mi vida no te voy a dejar que te escapes nunca-estaba triste y yo lo notaba más que nunca.
         -Aunque quisieras, no conseguirías separarte de mí.
         Pablo se separó de mí, me miró a la cara y me dijo:
         -Mañana pasaremos todo el día juntos a modo de despedida.
         -No me gustan las despedidas…Me parten el corazón.
         -Tómalo a modo de un hasta luego.
         -Pues toma mi luz y úsala de guía, hasta que ese ‘’hasta luego’’ se acabe-no sé por qué dije eso pero dejé asombrado a Pablo.
         -Tu recuerdo será lo que me haga seguir en mi día a día.
         Se tumbó en el sofá y yo me puse pegada a él, por no decir encima. Hacía buena temperatura y se estaba muy bien, pero me gustaba sentir el calor de su cuerpo. Esa calidez que lo caracteriza. Era algo que necesitaba sentir para estar a gusto. Nos besamos. Pero aquellos besos no fueron como las otras veces. Fueron besos muy apasionados, como si nos dejásemos la vida en ello. Quería que el mundo se parase, que todo girase en torno a nosotros. Nuestros corazones cada vez latían más deprisa, la respiración era más rápida. Los dos sabíamos que aquella noche iba a ser la primera de muchas noches locas, apasionadas. Aquello no iba a terminar en un simple beso. Aquella sería la noche en la que tocaríamos todas y cada una de las estrellas del cielo. Él y yo, yo y él, nosotros. 

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