Tenía miedo de que ese momento
terminara allí, en aquella playa desierta a esas horas, con ese frío corporal,
calor interno, él, yo; la respiración rápida, pulsaciones a mil. Hay veces en
las que tienes que elegir: todo o nada. Yo opté por el todo. Le devolví el
beso, el beso que se aparecía cada noche en esos sueños que nunca piensas que
podrían ocurrir, pero que, casualmente, a veces ocurre, y que, cuando ocurre,
puede pasar que el sueño se convierta en pesadilla en ese mismo instante porque
esa relación no puede ser.
-El sueño que
pensaba que nunca ocurriría ha llegado contigo, gracias por aparecer en mi vida
cuando más lo necesitaba-. ¿Me estaba leyendo la mente? Dicho esto Pablo me abrazó.
Sentí que aquél abrazo no era uno de esos que les daba a las
seguidoras, era un abrazo cariñoso, amoroso, un abrazo cálido que transmitía
toda su energía en cada respiración, en cada latido de su corazón. De su corazón
o del mío porque ahora esos dos corazones se habían unido para formar uno sólo.
Me dio la sensación de que Pablo estaba llorando, pero no le dí importancia en
aquél momento porque quería transmitirle a aquél malagueño que me había robado
el corazón todo mi amor.
Quería saber qué
quería decir Pablo con aquello de: ‘’El sueño ha llegado contigo’’, pero no
quería preguntar, no quería estropear aquél momento de amor que estaba
viviendo.
Pablo se
separó un poco de mí, secándose las lágrimas, y no pude evitar emocionarme.
-Perdón, es
que cuando te veo llo…-Pablo me interrumpió con una sonrisa seguida de un beso.
Después de
aquél tercer beso con el que el tembleque continuaba, todavía no me creía lo
que me había pasado… Había pasado de estar locamente enamorada de él a
distancia a estarlo a dos centímetros de separación entre nuestros cuerpos.
Hubo un
momento en el que sentí amor carnal, un momento en el que haría cualquier cosa
por sentir su cuerpo contra el mío. Pero esas ganas locas que me recordaron a
la canción ‘’caramelo’’, se intercambiaron por amor del bueno. Ese amor en el
que dices que él es Tu todo, en el que dices que lo darías todo por él, en el
momento en el que decides que no quieres que esos besos se acaben nunca o esos
abrazos cesen. Únicamente porque te das cuenta que quieres saberlo TODO sobre
la otra persona.
Necesitaba
saber qué había exactamente entre nosotros. Necesitaba saber si daría por mí la
vida, igual que en mis sueños…
Pablo
estaba sentado en la arena mirando hacia la Isla Santa Clara. Me senté a su
lado.
-Nunca me
había fijado en lo inmenso que es el mar… Me pregunto cuántas cosas habrá en
esos millones de kilómetros que nosotros no sabemos ni que existen…-Lo notaba reflexivo y eso no es que me gustara mucho.
-Pablo. ¿Te
puedo hacer una pregunta?
Me miró con una gran sonrisa.
-Claro que
sí, princesa. Dime.
-Nosotros…¿Qué
somos?
Pablo se quedó callado…
-Será mejor
que nos vayamos, tengo una prueba de sonido.
No, eso no por favor. Pablo no había sentido nada con aquél
beso o no lo quería sentir. En ese momento me quería morir.
No dijimos
nada más. Sin yo darme cuenta me apuntó su número en mi móvil, cuando se lo dejé
para que mirase la hora.
-Mañana te
llamo princesa.
Entró a su hotel. No podía más. ¿Qué había hecho mal? Lo
hice lo mejor que pude pero no.
Los días
pasaron y seguía sin tener noticias suyas. El concierto privado que daba esa
noche se había suspendido y no sabía el por qué. Ya no se conectaba al twitter.
¿Qué había pasado?
Los días
seguían pasando y yo no podía ni con mi alma. Cada vez tenía más ganas de
abandonar el camino. Había herido a Pablo, y era lo que menos deseaba en mi
vida. ¿Por qué? Era lo único que tenía en la cabeza.
Cada día
iba a correr a la playa, a AQUELLA playa en la que pasó todo. Lo bueno y… lo
malo…
Alba estaba
preocupada por mí, lo sabía, pero ella no sabía nada de lo que ocurrió aquél día
en la playa.
Habían
pasado 10 días ya y seguía sin saber nada de él. Nevaba y nevaba y yo no era
capaz de salir a divertirme. Un día, estaba desayunando cuando mi móvil sonó.
Me habían mandado un mensaje de whatsapp. ‘’Será
Alba..’’ pensé para mí.
‘’Princesa, lo siento, de verdad. Te espero
en nuestra arena blanca a las 12.30. Por favor, perdóname…Te quiero.’’
¿Era suyo? ¿Cómo sabía mi número?
¿Por qué todo este misterio? No entendía nada. La cosa es que me preparé para
salir. Me alisé el pelo, me pinté un poco los ojos y me puse las gafas de sol
porque, aunque no fuera un día soleado, algún rayo se escapaba. Pero, más que
nada me puse las gafas para que no se notaran mis ojeras.
Tenía ganas de andar, por lo que me cojí el longboard para
dar una vuelta hasta llegar hasta allí. Eran las 11 así que decidí ir en long
hasta allí.
Llegué allí
a las 12, y allí estaba él, sentado en un banco, con su camisa de cuadros y su
abrigo, tan guapo como siempre, viéndome llegar. Agaché la cabeza cuando alcancé
el banco donde estaba él. Frené y cojí el long en la mano.
-Vaya, no
sabía que anduvieras en longboard…-me dijo él, algo tímido, avergonzado.
-Hay muchas
cosas de mí que no sabes- creo que la manera en que se lo dije fue algo brusca,
ya que su media sonrisa desapareció-. Perdón.
-¿Bajamos a
la playa y nos sentamos a hablar?- asentí.
-Mira
Olatz, sé que te habré hecho daño sin haber dado ninguna señal en todos estos días,
pero necesitaba pensar, y, aunque no me creas, lo he pasado muy mal. Sentía la
necesidad de estar contigo, de abrazarte, de sentirte cerca, de sentir tu
calor, y cuando tú enciendes el mío interno. Necesitaba tus besos, los que me suben hasta el cielo. Sé que ahora mismo me merezco lo
peor, porque no está bien lo que he hecho, he jugado con tus sentimientos. Me
asusté. Hacía tanto tiempo que no conocía a alguien tan especial como tú que me
asusté. Tenía miedo de no estar a la altura, de no poder darte lo mejor, de…-esta vez fui
yo la que interrumpió.
-¿No te das
cuenta que ya me das lo mejor? Cada vez que respiras cerca de mí es lo mejor
que me podía pasar nunca. Mira, no sé lo que tú sientes hacia mí, pero yo tengo
muy claro lo que siento hacia ti. Al principio sólo era admiración, pero poco a
poco, y sobre todo estos días en los que no sabía nada de ti, he dependido de
ti y te he necesitado. Perdóname tú si algo hice mal, por favor. Sé que suena
raro, porque no me conoces, pero eres uno más en mi vida, y si tú supieras
cuánto pintas en ella…
-Lo sé
porque siento lo mismo por ti. Estoy enamorado y me he dado cuenta de que cada
día que pasa se hace más fuerte mi amor. Te quiero, Olatz.
No pude hacer otra cosa que llorar de alegría por aquellas
palabras. Él me dio ese abrazo que tanto él como yo necesitábamos. Lo amaba, lo
adoraba.
Nos
quedamos tumbados en la arena, abrazados, mirando aquél paisaje…
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