Después de la
emoción que acababa de vivir en tan solo unas horas, necesitaba estar con Alba,
por eso la invité a comer al ‘’Peggy Sue’’, un restaurante de American Diner,
el cual habían abierto meses atrás y que tanto me gustaba. Había una jukebox
para elegir las canciones que más te gustaban, y, como no había mucha gente, me
fui corriendo y puse “Perdóname”. Al hacer eso la poca gente que había comiendo
en aquél acogedor sitio me miró con mala cara por haber quitado a Rihanna y
haber puesto la canción que tanto transmite cada vez que la escuchas. Todos los
del restaurante pusieron mala cara excepto una chica, una chica que sonrió al
escuchar la canción y a la que nos acercamos al ver su reacción. Exacto,
aquella chica llamada Alicia era Alboranista, como nosotras.
-Te doy mi número de teléfono y
me llamas para quedar un día. ¿Qué te parece?- le dije con la mayor sonrisa del
mundo.
-¡Genial! Encantada de conoceros
chicas. Os llamaré.
Dicho
esto Alba y yo nos fuimos a la playa. Ya no nevaba, por lo que por el camino saqué
mi BlackBerry y me dispuse a subir al Twitter varias fotos que nos habíamos
sacado Alba y yo aquél día tan feliz. ¿Cuál fue mi sorpresa? El Club de fans
Oficial había publicado minutos antes una noticia que no pude creerme hasta que
Alba me lo confirmó: Pablo estaba en nuestra ciudad e iba a estarlo durante
unos días para promocionar su segundo disco. Las dos comenzamos a saltar y al
final nos abrazamos.
-Olatz, ¿Sabes lo que significa
esto?- me dijo Alba tan emocionada como yo.
-Sí, tenemos que ir a buscarlo,
por dios.
No sé ni cómo
las palabras salieron de mi boca. La simple idea de poder ver a Pablo aquél
mismísimo día me revolvía las tripas a la vez que me daba un vuelco al corazón.
Fuimos a mi
casa, cogimos mi portatil y luego nos fuimos a la playa a investigar en
internet si decían algo sobre Pablo. Estando allí me fui un rato a pasear,
necesitaba pensar unos minutos para poder asimilar todo lo que me estaba
pasando. Y no sólo aquél día; asimilar lo que me estaba pasando a lo largo de
aquél año que se me estaba haciendo interminable. Me fui a la orilla, desde la
que se veía el horizonte y en ese mismo momento miles de vivencias y
pensamientos aterrizaron en mi memoria. No quería pensar en aquellos
pensamientos pero era imposible, porque aquél pensamiento, con el nombre de
Lucas grabado, no se iba a borrar NUNCA de mi mente. Aquél chico que se fue y
ya no está había dejado un agujero muy grande en mi corazón, un agujero que
nadie pudo reparar hasta el momento. Pero un día llegó Pablo, llegó el momento
en el que accedí a darle al play en un video llamado ‘’Solamente tú (en mi casa)’’.
Aquella tarde fría de diciembre de 2010 le dí al play del youtube, y al play
del comienzo de mi felicidad. Me quedé maravillada con aquella voz angelical
que salía de la perfecta boca de ese chico llamado Pablo Alborán. Enseguida me
dispuse a escuchar más canciones suyas porque con cada uno de los acordes de
guitarra que escuchaba me sentía más cerca de Lucas, la persona que más echaba
de menos en aquellos momentos.
Sumergida en
esos pensamientos dulces y a la vez amargos, no me dí cuenta de que Alba me
estaba llamando a gritos, sentada en esa toalla rosa que yo le regalé al estar
la arena húmeda a causa de la nieve. Me acerqué a ella y me puse a leer el párrafo
del texto que estaba señalando en la pantalla del ordenador. ‘’Pablo Alborán se
alojará en el hotel Maria Cristina de Donostia. Mañana dará un concierto
privado en un bar de la ciudad todavía sin confirmar’’. Eso fue lo que pude
leer y acto seguido Alba y yo nos abrazamos muy fuerte.
Nos fuimos
cada una a su casa y quedamos media hora después para salir a correr un poco y
pensar en un plan loco de los nuestros para poder ver al cantautor malagueño. Llegué
a casa temblando de los nervios pero sabía que debía tranquilizarme. Lucas
estaba incrustado en mi cabeza más que cualquier día, por lo que sabía que iba
a ser un día bastante duro a pesar de la felicidad de ver a Pablo y cumplir mi
sueño, el que todavía veía imposible de cumplir.
Decidimos
irnos a correr a la playa, ya que andaría poca gente y por la orilla iríamos más
agusto conversando sobre nuestro plan.
-Tenemos que
hacer algo para sorprenderlo, que le llame la atención-me dijo Alba en un
momento de reflexión.
-Sí, algo que
no pueda olvidar nunca. Pero tenemos poco tiempo…
Después de una
hora corriendo sin callar, Alba me dijo que iba a ir a cambiarse a casa ya que tenía
que hablar con su padre para que le dejara salir al anochecer. Miré al reloj y
eran las cinco y media, por lo que yo decidí quedarme un rato más corriendo. Necesitaba
pensar, otra vez más.
No
andaba nadie por la playa, solo íbamos mis cascos y yo, yo y mis cascos, y
Pablo dentro de ellos. Llegó el turno de ‘’Vuelve conmigo’’, aquella canción
que me recordaba a Lucas, ya que a él, a pesar de no hacerle mucha gracia
Pablo, le encantaba. Y en ese momento unas lágrimas que no pude contener
cayeron por mis ojos. Era duro recordarlo, recordar a alguien que se fue y
sabes que no volverá contigo pero que desde la distancia cada día que pasa se
hace más fuerte tu amor. Las lágrimas cada vez cogían más fuerza y no podía
evitarlo, así que decidí apagar mi Ipod e intentar cambiar de humor. Ví a
alguien a lo lejos, y, para que no me viese la cara, agaché la cabeza y continué
corriendo así. ¿Cuál fue mi sorpresa? Que al cruzarme con ella, la muy torpe de
mí, se chocó contra un cuerpo musculoso y moreno, por lo que pude comprobar en
su mano, aquella que me agarró para que no me cayese. Sabía yo que mi patosidad
no iba a dejarme tranquila ni aquél día.
-¿Estás bien?
Se me paró el corazón cuando
escuché esa voz, SU voz, la que le hace tan especial. Era Pablo Alborán. Mi
sueño se estaba cumpliendo y no me estaba dando cuenta de ello.
-¿Eres tú?- le dije todavía con
alguna lágrima en la cara.
-¿Tú eres tú?- me dijo él con una
sonrisa en la cara.
-Sí, creo que sí…-le dije algo tímida.
-Pues entonces sí, soy yo- me
dijo riéndose.
-¿Sabes que mi sueño se está
cumpliendo ahora mismo, Pablo? –le dije más emocionada que nunca.
-¿Me conoces? ¿Sabes mi nombre?-
me dijo él extrañado-. Vaya, eso no me lo esperaba…
-Me sé tu nombre y lo sé todo
sobre ti porque soy una de las mayores alboranistas que podrás conocer.
-Wow… Gracias por seguirme.
Encantado de conocerte.
Yo lo abracé sin pensármelo dos
veces. Deseaba que aquél abrazo no acabase nunca. Era tan reconfortante sentir
su cuerpo contra el mío…Me puse a llorar. No sé exactamente el por qué de
aquello, ya que cualquiera diría que estaba viviendo una pesadilla pero
realmente estaba viendo el comienzo de mi sueño.
-¿Estás bien?-me dijo él, con su
voz tan tierna, mientras me separaba un poco para mirarme a la cara.
-Sí…No…No lo sé…-le dije yo
bastante avergonzada de lo ocurrido.
-Pues si no lo sabes tú no sé quién
lo sabrá.
-Perdón, es que no sabes lo que
significas para mí y todo lo que me has ayudado sin tú saberlo…
-No sé lo que significo para ti
pero… ¿Por qué no me lo cuentas tú mientras damos un paseo?-me dijo un poco tímido.
-¿De verdad? Tendrás mil cosas
que hacer y si alguien nos ve…
-Si alguien nos ve se morirá de
envidia por verme con una chica como tú. ¿Qué dices princesa? ¿Recorremos la
playa?-me dijo con una sonrisa irresistible.
-Pues claro, vamos- le dije
convencida-. Pero con una condición, me tienes que dejar hablar porque en este
momento no sé si te voy a volver a ver y…-me
interrumpió.
-Tú no sé si me vas a volver a
ver pero yo te veré- me dijo él con una carita dulce.
-Bueno pues eso, que me vas a
dejar hablar y vas a mandarle un saludo
por teléfono a la persona que más me ha ayudado. ¿Bai? Uy perdón, la costumbre,
bai significa ‘’Sí’’, lo siento es que estoy acostumbrada a hablar en euskera…-lo
dije inconscientemente, mi subconsciente me había ganado.
-Bai. Vamos que sí, marca el número
anda. ¡Ah! Mi parte del trato es que me tienes que enseñar algo en euskera…-me
dijo todavía sonriente.
Lo marqué. Marqué el número de
Alba. Cuando cojió el teléfono oí por el altavoz: ‘’Pittin, zer gertatzen da? Non
zaude?’’ y en ese momento vi que Pablo ponía una cara como cuando una persona
escucha hablar a alguien en chino.
‘’No sé lo que has dicho pero
encantado de conocerte’’-le dijo Pablo entre risas.
‘’¿¿PABLO ALBORÁN?? No me lo
puedo creer. ¿En serio eres tú?’’
‘’Otra. ¿Por qué nadie me cree en
que yo soy yo?’’ al decir eso me hizo sonreír.
Hablaron más o menos durante 10
minutos y después de darle las gracias a Alba por estar ahí siempre me pasó a mí
el teléfono y le conté todo lo ocurrido. También le conté que gracias a mi
patosidad pude conocer a Pablo.
-Bueno, pues ahora me vas a decir
lo que me querías decir, ¿No?-me dijo Pablo con ganas de saber lo que quería
decirle yo.
-Pues a ver.. No sé por dónde
empezar… Hace cosa de unos meses, una persona muy importante para mí se fue
para no volver… Nunca pensé que se iría y no estaba preparada, por lo que lo
pasé muy mal-los ojos se me empezaron a llenar de lágrimas de dolor-.
-Oye, si no me lo quieres contar
no pasa nada, ¿eh? En serio, lo entiendo y respeto tu elección.
Cuando me dijo eso le miré a los
ojos y él vio los míos, llenos de lágrimas en ese momento, por lo que me abrazó
y me dijo que aunque no supiera mi nombre ni nada sobre mí, veía reflejado en mis
ojos una felicidad interna que no conseguía sacar afuera.
-Me llamo Olatz-le dije-. Te sigo
en twitter.
-¿Eres Olatz Alborán?-me dijo
flipado, mientras me apartaba de su pecho para verme a la cara.
Aquellas palabras me extrañaron.
Pablo Alborán sabía quién era y leía mis mensajes.
-Sí, soy yo.
-Leo todos tus mensajes de apoyo.
Muchas gracias, de verdad.
-Con las palabras que acabas de
pronunciar una parte de mi felicidad interna está saliendo a la luz…
Se le dibujó una sonrisa que
nunca antes había visto en su cara.
-Mira, sé lo que se siente cuando
un amigo o familiar se va. Como supongo, y sé que supongo bien, conoces mi
canción ‘’Volver a empezar’’, y sabes que en ella hay una parte que dice..-y
cantando dijo-: de cero, contigo o sin ti. Pues bueno, en este caso ese contigo
o sin ti no es verdad, porque sé que él estará SIEMPRE en tu corazón al igual
que tú estarás en el mío.
Al decir eso, sentí que mi corazón
quería salirse de mi pecho.
El sol volvía a brillar dentro de
mí, y él, una vez más, consiguió que mi cielo volviera a tener ese azul.
No hay comentarios:
Publicar un comentario