Los días transcurrían
con lentitud, las horas eran más largas, no tenía señales de Pablo, las
sonrisas que él me sacaba se convertían en llantos, en pesadillas cada noche. Ya
que teníamos vacaciones, Alba se quedó todo el tiempo conmigo, dormía en mi
casa, pasábamos el día juntas y me ayudaba a luchar. Era como mi ángel de la
guarda: me protegía de las pesadillas que tenía todas y cada una de las noches.
Soñaba que justo cuando tenía a Pablo entre mis brazos, desaparecía, decía
cosas horribles, que me odiaba, que se quería marchar de este mundo. Cada noche
me despertada sobresaltada, llorando; pero ahí estaba Alba para tranquilizarme
en esos momentos de dolor.
Me sentía extraña sin Pablo, notaba que
faltaba algo dentro de mí, y odiaba esa sensación, sensación de vacío. Poco a
poco me daba cuenta de que lo necesitaba a mi lado, sin él no podía vivir. En
esos momentos me daba cuenta de que nunca podríamos separarnos, por mucho que
quisiéramos volver a empezar, eso sería imposible, porque sentía que mi corazón
lo tenía él; él era el poseedor de todo mi amor, cariño, sentimientos.
Al no poder seguir adelante con
normalidad, empecé a refugiarme en Dani. Creo que nunca he hablado sobre él.
Dani es un chico que conocí hace bastantes años, con el que comparto muchas
aficiones como el longboarding o la fotografía. Cuando llegó a mi escuela solía
estar apartado de los demás, como si no quisiera saber nada de ellos. La cosa
era que, por cosa del destino o la vida, empezamos a hablar y a darnos cuenta
de que nos podríamos llevar bien. Comenzamos a quedar, a hablar, a conocernos.
Me llevaba muy bien con él, ya que sentía que en él podía depositar toda mi
confianza, al igual que él hacía conmigo. Pero lo que sentía por él era solo
amistad, y creo que los dos sentíamos lo mismo, pura amistad, sin ir más allá.
Como iba contando, aquella temporada en
la que estuve con Pablo, me olvidé de él completamente, y tenía ganas de volver
a estar con él, ya que muchas veces era el único que me hacía desconectar del
mundo y aterrizar en el nuestro propio que habíamos creado a base de locas
historias y cuentos vividos.
-Alba, he pensado llamar a Dani para
quedar esta tarde.-le dije mientras comíamos.-Hace tiempo que no estoy con él, desde
que llegó Pa…-el recuerdo de Pablo me arañaba el alma-. Bueno, eso. ¿Qué te
parece?
-Me parece genial, cielo. Te vendrá
bien desconectar. Yo me quedaré en casa, tengo algunas cosas que hacer.
¿Qué querría hacer Alba que yo no
supiera? Era un poco raro todo pero no le dí importancia. Tal y como había
acordado, quedé con Dani. Pensamos en ir a dar una vuelta en longboard pero había
llovido y el suelo no estaba de nuestra parte.
Fuimos al centro de la ciudad. Quedamos
a las 17.00h en un banco cercano a la playa. Llegué allí antes que él. A decir
verdad estaba nerviosa pero no sabía el porqué.
Como siempre hacía él, me sorprendió
por la espalda y me dio un beso en la mejilla viniendo hacia mí por detrás. Me
levanté corriendo y nos abrazamos. Aquél abrazao tenía un significado como de… Te he echado de menos… Estuvimos
hablando mucho rato, le conté lo que había pasado; TODO. Era el único chico con
el que podía hablar claro, no tenía vergüenza de nada.
-Me has dejado alucinado txiki-me dijo él.
Txiki era como me llamaba siempre,
supongo que debido a la altura y a las tres cabezas que me sacaba. Me encantaba
cuando montaba en longboard, con su ‘’melenita’’ rubia al viento y sus ojazos
azules brillando contra el sol. Siempre estaba sonriente y siempre tenía una de
esas sonrisas para mí.
-¿Y tú qué tal estás ahora?- me dijo,
algo preocupado, al ver mi cara.
-Pues si quieres la verdad…Mal… No
puedo olvidarlo y no quiero que él me olvide…-tenía unas ganas increíbles de
llorar pero intenté aguantarme.
-No te olvidará, pero, si lo hace, será
un inútil por no saber apreciar la perlita pequeñita que tiene en frente. Ah,
que conste que la perlita eres tú eh…No sé si me he explicado.
Él siempre tan chistoso. Al menos
consiguió sacarme una sonrisa que llevaba tiempo deseando sacar.
-Tengo muchas ganas de verlo y
abrazarlo pero ni siquiera hablo con él…No tiene tiempo para dedicarme y eso me
duele porque lo quiero mucho pero temo que esto no puede continuar así…
-Ey, tú no eres de las que se rinden fácilmente,
o al menos así lo recuerdo yo. Así que tú lucha por lo que de verdad quieres,
haz todo lo que puedas y tengas.
-Ya, pero ¿y si me equivoco? ¿Y si lo
doy todo pero no recibo nada a cambio?-tenía miles de dudas en mi cabeza y la
tristeza y las ganas de llorar cada vez eran mayores.
-Alguien sabio dijo que es mejor
arrepentirse de lo hecho que arrepentirse de lo no hecho. Solo te digo eso…
En cuanto soltó esa sabiduría de las
suyas, una lágrima recorrió mi carita.
-Ey, que no quiero verte llorar,
pequeña. Estoy segurísimo de que te quiere mucho, porque sino voy y le canto
las cuarenta. Ah bueno no, que él me cantará solamente tú y con eso me gana…
Sé que lo dijo con la mejor intención,
y, aunque ese chiste no fuera muy bueno, esbocé una sonrisa forzada mientras le
miraba a los ojos.
-Ah, ¿a ti no te gustaban David
Bustamante, Manuel Carrasco y Sergio Dalma? Es que me he enterado de que hay
una rueda de prensa en el salón del Kursaal. Si quieres podemos ir a ver si
consigues una foto o algo y te animas un poco.-esa sonrisa suya me ayudó a dar
un paso más.
-Ay, sí, vamos porfa.
Aunque aquellos cantantes me recordásen
tanto a Pablo, quería ir e intentar conseguir alguna firma o algo para
inmortalizar el momento.
Llegamos allí. Había mucha gente, entre
ellos muchos fotógrafos y periodistas. Conseguimos un pase debido a que Dani
conocía a uno de los organizadores, así que podríamos verlos de cerca, entre la
multitud.
Conseguí la firma de los tres y una
foto con Manuel Carrasco. Cuando ya nos íbamos a ir, pensando que había
terminado, para mi sorpresa, apareció otro cantante más. Un cantante que no podía
creer que estuviese ahí. La persona con la que llevaba incomunicada tanto
tiempo, iba agarrado a la cintura de una chica que, por su físico, parecía una
modelo. No podía creérmelo. En cuanto lo ví con ella me temí lo peor, ya que en
aquél tiempo, muchos rumores habían salido en las revistas del corazón;
titulares como: ‘’María, ¿Será la que ha conquistdo el corazón de Pablo Alborán?’’,
‘’¿Será María la nueva ‘’Alborana’’?’’. No sabía qué pensar. En cuanto los vio,
Dani me cogió de la mano. Pablo había venido a Donostia y no me había dicho
nada, sabiendo lo mal que lo estaba pasando. Seguía sin poder creerlo, cada vez
se iba acercando. Lo veía sonriente, feliz, como hacía mucho que no había
visto. Él no sabía que yo estaba allí, pero, estoy segura de que si lo hubiera
sabido en ese mismo instante, no estaría tan sonriente.
Pablo y aquella chica estaban muy
juntos, hasta el punto en el que se agarraron de la mano. Pero ¿Qué era
aquello?. Estaba empezando a creer que me había engañado con esa, y además, tenía
la poca vergüenza de venir a mi ciudad a ‘’restregármelo’’.
El dolor aterrizó en mí en forma de lágrimas.
No podía soportar aquello. Solté de la mano a Daní, me puse a empujar a todo el
que pillara por delante y me dispuse a salir de aquél sitio.
Pablo se dio cuenta de que algo pasaba,
y justo cuando miré atrás para verlo por última vez, nuestras miradas se
cruzaron. Se creó un puento entre su mirada y la suya. En ese puente se podían
observar la preocupación por su parte, la tristeza; por mi parte odio y
desprecio momentáneo. Me giré y me fui corriendo. Dani no me siguió. Sabía que
lo mejor sería dejarme sola.
Corría y corría, lloraba, gritaba, volvía
a sacudir mis piernas con fuerza hasta llegar a un lugar en una esquina de la
playa, entre las rocas del espigón. Llegué allí entre sollozos. No podía más,
el mundo se me venía encima y las pesadillas vividas cada noche me venían a la
cabeza imagen a imagen, como si se tratara de una diapositiva que había vivido.
Después de un rato allí ví que una pareja bajaba a la playa. No me fijé mucho
hasta que el hombre se sentó de golpe en la arena. Caí en la cuenta de que era
Pablo. Eran Pablo y… esa. Lo que me faltaba, tener a Pablo a unos metros de
distancia. De repente vi que él le decía algo y ella lo abrazó con fuerza y le
dio un beso en la comisura de la boca. No me lo podía creer, quería morirme allí
mismo. O morirme o ir y partirle la boca a aquella chica.
De repente vi que Pablo miró hacia
donde yo estaba. Creo que miró porque aquél fue el sitio en el que me tendió la
mano la primera vez que nos vimos. La primera vez en la que me fijé en los
destellos de sus ojos marrón azabache. En la primera vez en la que caí en la
cuenta de qué era el amor a primera vista.
Observé que Pablo le dijo algo a la
chica y ésta se fue, pero él…¿A dónde iba? No, no, eso no, venía hacia mí. ¿Cómo
tenía la poca vergüenza de acercarse? Decidí hacerle frente a todo lo que me
dijera y ser sincera.
-¿Qué haces aquí?-me dijo algo bajito
en cuanto llegó.
Lo tenía a un metro escaso de mí. Se veía
que había llorado o que estaba muy triste. No sabía la razón y, aunque me moría
de ganas de echarme encima suya, no me importaba.
-No, la pregunta es que haces tú aquí.-se
lo dije muy fríamente, pero quería que viese que no estaba para jueguecitos.
-Tenía unos compromisos que hacer y
pensaba llamarte cuan…-le interrumpí.
-¿Cuando acabases de ligar con esa
zorra?
-Pero ¿qué dices, Olatz? ¿De dónde te
has sacado eso?
-De las revistas, lo he sacado de las
revistas, de lo que dicen de ti, de tu actitud, de todo.
-No sabes de lo que estás hablando,
Olatz…
-Sé de lo que estoy hablando. Estoy
hablando de que te has olvidado de mí, me has dejado aquí con una promesa en el
aire, la promesa de que esto sería para siempre-estaba llorando pero no podía
evitarlo. Lloraba de rabia y de impotencia.
-Mira, no sé por lo que has pasado tú
durante este tiempo pero me hago a la idea porque yo he pasado por lo mismo
aunque no me creas.
El tiempo transcurrió entre lágrimas y
frialdad. Era como si no nos conociéramos de antes. Hubo muchos reproches de
parte de los dos y la sinceridad tomó cartas en el asunto. Nos despedimos de
mala manera y yo me fui corriendo.
A la mañana siguiente quedé en el banco
del día anterior con Dani. Me había pasado toda la noche llorando, abrazada a
Alba. Y ya que ella se quedó dormida quería pasar el tiempo con Dani,
necesitaba sus abrazos.
En cuanto llegó al sitio acordado me
lancé a sus brazos, todavía llorando, sin fuerzas, y le expliqué todo lo
ocurrido. La mañana transcurrió así. No era capaz de sonreír, pero él estaba ahí
en todo momento y a poco que me derrumbada, me abrazaba y continuábamos
hablando sobre los sentimientos que tenía dentro.
A la tarde decidí irme a pasear a la
playa. Necesitaba estar sola, airearme y pensar mirando al mar. Estaba sentada
en la arena mirando al mar cuando de repente una voz conocida me habló bajito.
-Me hablas de engaños a mí cuando tú
vas abrazando al chico ese cada dos por tres.
Era Pablo. Pero…¿¡Qué acababa de
decir!?
-¿Perdona?-iba a llorar, otra vez…-. Mira,
no sabes NADA. No sabes lo mal que lo he pasado todo este tiempo.
-¿Y lo que he pasado yo? Me prohibieron
mantener relación contigo. Decían que me iba a desviar de mi carrera musical y
que no sería capaz de compaginar la música y el amor. Me he pasado muchas horas
delante de tu fotografía, soñando con el momento en el que pudiera sentirte
cerca, el momento en el que oír tu voz pronunciando mi nombre-ví que sus ojos
se llenaban de lágrimas-, tus ojos mirando a los míos. He soñado con el momento
en el que poder decirte todo lo que siento por ti, sin olvidarme de nada,
porque sí, porque te quiero y en este tiemp me he dado cuenta de todo lo que
significas para mí. He conseguido hacer un hueco para poder venir a este evento
y tener la oportunidad de verte, ¿y ahora me vienes con temas de que te he
engañado? No sabes nada, Olatz, y esta vez no llevas la razón.
Me dolió todo lo que me había dicho,
pero tal vez porque sabía que era verdad y sentía que había sido culpable de su
sufrimiento. Pero necesitaba decirle todo lo que había pasado yo, así que, me
armé de valor y, aún con lágrimas en los ojos y en las mejillas, empecé a
hablar, suavemente, sin gritar.
-Pablo, desde el día en el que te
fuiste todo ha sido negro. No tenía nada positivo en lo que pensar. Pasaba el día
sin nada que hacer, solo pensando en ti, con ganas de que llegara la noche y
pudiera soñar contigo. Pero en vez de eso tenía pesadillas horribles. Todas las
noches he estado desvelada con pesadillas que nunca pensé que sería posible
sentir. Ha habido muchos momentos en los que me he querido rendir porque no podía
más, no sin ti. Cada día veía revistas diferentes o entrevistas en las que te veía
con esa chica. Me moría por dentro, cada fotografía y cada comentario tuyo me
mataba poco a poco. He sentido que te he querido como no he querido a nadie. He
tenido miedo de no volver a verte y esa simple idea me seguía matando más y más
porque, más que en una persona, te has convertido en un sentimiento que ocupa
mi corazón. Cada mañana me levantaba pensando que todo había sido una
pesadilla, que estarías ahí, a mi lado, mirándome con esa sonrisa que me hace
feliz, dándome los buenos días y alegrándome el resto de mis días. Pero en vez
de eso, me despertaba y veía a Alba, a mi lado en todo momento, preocupada por
mí porque no era capaz de nada. Y junto a Alba, ahí ha estado Dani; el chico
con el que supuestamente te engaño. Él ha sido el que me ha ayudado a darme
cuenta de que el amor no lo es todo, pero que si lo tienes cerca, todo es más fácil.
Cuando te tenía al lado todo era de luz y de color, pero, cuando te vas siento
que los colores desvanecen hasta quedar todo en blanco y negro, como un
infierno decolorado. Muchas veces he pensado que te has olvidado de mí o que
hice algo mal. Y muchas veces me ha venido ese último recuerdo tuyo, en el que
nos encontrábamos en un aeropuerto lleno de gente, pero en el que estábamos
solos tú y yo y aquella promesa de ‘’Ezerk ez gaitu bananduko’’ de por medio. Pensé
que se iba a cumplir. Sé que tú todavía no sabes el significado de esa frase, y
a lo mejor es por eso por lo que no puedes cumplir tu parte del trato.
Terminé de hablar, llorando aún más. Pero
Pablo no se quedaba atrás. Lo notaba mal, muy mal, pero necesitaba soltarle
todo aquello que le había dicho. Al igual que la primera vez, sentía que tenía
que elegir entre todo o nada, sentí que tenía que dejar de ser cobarde y
afrontar lo que más miedo me daba, perderlo. Me acerqué a él y posé mis labios
sobre los suyos. Lo necesitaba.
Yo
no podía dejar de llorar en el momento en el que ví la tristeza y el dolor
reflejados en sus ojos. Nos encontrábamos a simples centímetros de distancia y
no podía dejar de ver caer lágrimas de sus ojos cristalizados por completo. Tuvo
la valentía de abrazarme, de cogerme entre sus brazos, de protegerme entre
ellos, de darme su calor que tanto echaba en falta, de volver a sentirnos. No
dejaba de llorar, pero ahora, en parte, lloraba de felicidad.
De repente ví que Pablo había empezado
a entender aquella frase, había empezado a cumplir su parte del trato, nada nos iba a separar.