Entregué el
examen casi en blanco… Con todo lo que había pasado no era capaz de
concentrarme en lo que tenía que hacer. Llegué a casa sin ganas de nada, muy
cansada por el madrugón que me había pegado, incluso iba con la clara idea de
meterme en la cama en cuanto llegase.
Antes de cruzar la puerta que conducía
al salón, escuché unos acordes que nunca antes había escuchado de las manos de
Pablo. Confirmado, aquella canción era totalmente desconocida. No sé el por
qué, pero aquella melodía me hizo sentirme fuerte, y ser capaz de afrontar lo
que estaba pasando.
-Buenas-le dije yo entre bostezos.
-¡Hey! Por fin has vuelto. ¿Qué tal el
examen?-me dijo él con una sonrisa en la cara, mientras dejaba la guitarra.
-Pues bueno, sin comentarios… Por
cierto, ¿qué canción estabas tocando? No me sonaba de nada…
-Ya hablaremos luego de eso. Pero, ¿qué
ha pasado con el examen? Si lo tenías bien estudiado, ¿no?- se le veía
preocupado por mí.
-Sí, pero no sé…Serán los nervios…-
quería disimular al máximo el dolor interno que sentía en ese momento.
-¿Estás bien? Te noto como triste…
Sabes que estoy aquí para lo que sea, ¿no?- acto seguido me abrazó.
Yo en aquél momento no quería sus
abrazos. Me había hecho daño y eso no podía perdonárselo tan fácilmente. Pero
la sensación que me recorría el cuerpo cada vez que lo tenía pegado a mí era
inigualable. Era increíble el poder enamoradizo de Pablo. Me transmitía toda su
energía positiva, todo su amor, toda su dulzura y pasión. Pero, a decir verdad,
necesitaba sentirlo a mi lado.
-Pablo, me voy a ir a la cama que no me
encuentro muy bien…
-Yo también estoy algo cansado, la
verdad… ¿Te importa si nos acostamos los dos?
-Claro que no, vamos.
Y así, nos fuimos a mi habitación. Me
puse cómoda y me metí en la cama, y después llegó él. Esta vez yo estaba
mirando a la pared, de modo que él me tenía abrazada por la espalda.
Aquél calor que lo caracterizaba, ahora
me transmitía tristeza por todo lo que me había hecho y no era capaz de
contarme. Es verdad que en el tiempo en el que estuvimos separados no hablamos
casi, pero seguíamos siendo pareja en mi opinión…
Nos despertamos a la hora de comer. Yo
no dormí mucho y creo que, por la cara que tenía, Pablo tampoco. Es verdad que
se tendría que sentir mal por verme así a mí y pensar que no tengo la suficiente
confianza de contarme lo que me pasa. Pero a fin de cuentas… Él me está
haciendo lo mismo y eso me mata poco a poco por dentro…
Nos dimos un beso de buenos días y nos
fuimos a preparar la comida.
Mientras yo preparaba unos macarrones
él se puso a preparar una pizza. En la cocina había un ambiente tenso y no muy
agradable. Yo estaba callada en todo momento y él no quería romper aquél
silencio.
Me quitó el tenedor de la mano, me
cogió de la mano y me giró hacia él.
-Ahora en serio, ¿qué te pasa? Llevas
todo el rato que hemos estado juntos rayada. ¿Me lo vas a contar de una vez?
-No sé lo que pasa. Dímelo tú, ¿no?-
tenía que intentar sonsacárselo, para ver que de verdad confiaba en mí.
-¿Yo? ¿Qué he hecho yo? Me estás
asustando…
-¿Que qué has hecho? Te parecerá poco
lo que hiciste cuando estuvimos juntos, ¿no? ¡Que lo sé todo, Pablo!
-Pero… ¿Cómo… Cómo te has enterado?-
estaba preocupado y, yo creo arrepentido, por lo que hizo.
-Ayer os vi abrazados y hoy, cuando iba
al autobus, me he encontrado con ella y me lo ha contado. ¿Eres capaz de
negarlo?
-No… Tengo que ser valiente. Es verdad
que en aquél tiempo yo estuve muy mal y no fui capaz de levantar cabeza. Pero
llegó ella y me ayudó en todo momento. Y sí, estuve con ella una noche, pero
nada más. No pasó de ahí, y todo fue fruto del alcohol.
-¿Te estás riendo de mí o algo por el
estilo?- Pablo decía una cosa y aquella chica otra.
-¿Cómo? Olatz, no sé lo que te habrá
contado María pero no pasó nada más.
-Ella me ha dicho que mantuvisteis una
relación pero no salió bien porque tú querías volver con tu anterior novia, es
decir, conmigo. ¿Lo vas a negar?- me sentía a punto de romper a llorar.
-Sí, lo voy a negar porque eso no es
verdad. No sé por qué te habrá mentido pero eso no es así, te lo prometo por mi
vida.
Yo me puse a llorar, no soportaba más
aquella situación. Me sentía defraudada con Pablo, porque no pensaba que fuera
capaz de hacerme algo así, no él.
-No llores, por favor…- lo veía muy
triste, casi llorando él también.
-¿Que no llore? Cada día he soñado con
un chico perfecto, con una relación perfecta con la que poder ser feliz. Cada
mañana me levantaba pensando que aquél sería el día en el que ese chico
perfecto llegara. Pero, en cambio, cada noche me acostaba con menos ganas de
luchar por una relación. El último chico del que estuve enamorada fue Lucas.
Pensé que viviríamos juntos una vida eterna. Sabía que por la distancia era muy
difícil pero nosotros podríamos. Pero, en vez de eso, murió y me dejó sola y
con un dolor en el corazón que ningún otro chico pudo curar. Luego, llegaste tú
con tu música y me abristeis el corazón de nuevo. Me robaste el corazón y me
hiciste esclava de tus besos, me haces sentir la necesidad de tus besos y ahora
me vienes así. ¿Te crees que puedo estar feliz pensando en todo lo que me ha
pasado? Justo en el momento en el que quería ser feliz junto a ti, superando
todas las barreras que se interpusieran en nuestro camino, aparece ella y lo
destroza todo con verdades, y duele, Pablo, duele mucho. Yo te conté todo sobre
Dani, confiando en ti y en que pudieras perdonarme. En cambio tú no has tenido
el valor de contarme toda la verdad, has estado escondiéndola hasta el último
momento, y eso te ha causado problemas. ¿Qué puedes decir ahora?
Yo estaba llorando mucho, como una
loca, pero no podía aguantarme. Al verme así, y al oír tantas verdades, Pablo
también rompió a llorar. Se apoyó en la pared y resbaló hasta sentarse en el
suelo, con las rodillas dobladas y la cabeza entre ellas.
-Lo siento mucho, y créeme cuando te
digo que me arrepiento de lo que hice. En ese momento te echaba mucho de menos,
hasta tal punto que pensé hasta dejar mi oficio para estar contigo, para poder
despertarme junto a ti cada mañana. Necesitaba sentir el cariño de una mujer,
por eso intenté acercarme un poco a María. Pero la cosa se me fue de las manos
por cosa del alcohol y cometí una locura y sí, me lamento al haber hecho
aquello, me siento horriblemente mal, de verdad. Te quiero demasiado como para
perderte, pero he sido un cabrón y me merezco lo peor.
-Te perdono.
Él asomó la cabeza un poco, con la cara
mojada de tantas lágrimas, y los ojos vidriosos y añadió:
-¿Qu…qué?
-Que te perdono…- continuaba llorando
como una loca.
Me acerqué a él, le di la mano para que
se levantase y lo abracé con todas mis fuerzas. Sentirme a su lado me hacía
olvidar todo lo malo que había vivido y volver al presente que estaba viviendo
junto a Pablo.
Entre sollozos él añadió:
-Quiero un futuro junto a ti.
-Eres como un sueño…
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