miércoles, 28 de marzo de 2012

16. ¿CÓMO HAS SIDO CAPAZ DE HACERME ALGO ASÍ?


         Se acercó a ella con gesto alegre y ésta lo abrazó fuertemente, permaneciendo así unos largos minutos, unos minutos que estaba sufriendo yo sola. Hablaban y hablaban, sentados en el banco, justo en frente de mis morros, abrazándose cada dos minutos.
         Sabía que era mejor que entrara adentro, ya que así el dolor cada vez era mayor. No sabía lo que estaba pasando entre ellos dos, ni sabía tampoco de qué estaban hablando; pero la simple idea de pensar que ahí había habido algo más que amistad, me robaba el alma instantáneamente.
         De pronto vi que Pablo miró hacia mi terraza, como para asegurarse de que no hubiera nadie. Antes de que me viera, conseguí librarme del follón y esconderme, por lo que, él no se dio cuenta de que yo estaba viéndolo todo. Los observaba desde una esquina y, de pronto, me di cuenta de que Pablo le dio dos besos, y vino hacia mi casa, dejando que ella se fuera por su camino. Me fui corriendo y me tumbé en el sofá, haciendo parecer que había estado viendo la televisión en todo momento.
         Pablo entró por la puerta.
         -Uy, hola, ¿dónde estabas? Estaba preocupada.
         -Em.. Me he ido a dar una vuelta, necesitaba estar solo-aquella excusa la habíamos utilizado todos, por lo menos una vez en nuestra vida.
         -¿Te pasa algo? Estás como preocupado. Sabes que puedes contarme lo que sea que para eso estamos -yo intenté mostrarme como era siempre, pero, como es comprensible, a veces me resultaba difícil pensar con la cabeza fría, porque me estaba dando cuenta de que Pablo mentía más que hablaba.
         -No, tranquila, estoy bien, es solo que estoy algo cansado. ¿Nos vamos a dormir?
         -Vale, vámonos. La verdad es que yo tampoco estoy del todo bien. Ah, por cierto, mañana a la mañana tengo un examen de alemán así que yo me iré bastante temprano hacia la capital. Tú quédate en casa si quieres o vete a dar una vuelta, como prefieras.
         -Me quedaré en casa y aprovecharé para componer algo.
         Nos metimos a la cama y enseguida nos dormimos. La verdad es que no es que yo tuviera mucho sueño, pero prefería dormir, ya que me esperaba un día duro por delante, sí por tener que madrugar para repasar el examen y sí por motivos evidentes.
         Me desperté a las 7 de la mañana más o menos, estaba amaneciendo. Me puse las lentillas y, mientras se calentaba la leche, me vestí. Estudié lo que me faltaba por estudiar del examen, cojí el longboard y me dispuse a salir. En ese momento lo único que estaba a mi favor era el tiempo, ya que había amanecido con un sol deslumbrante, ideal para irme en longboard y desconectar un rato.
         Llegué a la parada de autobuses y en el cartel que anunciaba la llegada de autobuses ponía que el que tenía que coger yo llegaría en 15 minutos.
A lo lejos ví a una chica que se me hizo conocida. Sí, exacto, se me hizo conocida por la noche anterior. En aquél momento no sabía si tenía alucinaciones por el cansancio provocado por las pocas horas de sueño que había experimentado, o de veras era verdad lo que creía que veía. Sí, era ella.
         Ya que Pablo no tuvo la dignidad de contarme nada, no tuvo narices de decirme a la cara todo lo sucedido, intenté ser amiga de mis enemigos, por lo que me acerqué poco a poco a ella y simulé un choque.
         -Uy, perdona, ¡no sé dónde tengo la cabeza!-le dije yo, con voz de despistada.
         -Ay, tranquila, no pasa nada.
         Vi que tenía en manos un libro de inglés, así que, decidí ir por el camino facil e intentar acercarme a ella a base de los idiomas.
         -Vaya, veo que tú también eres de las que estudian idiomas-le dije yo con voz cordial.
         -Sí, ¿tú cuál estudias?-me preguntó ella.
         La verdad es que parecía maja la chica pero, en aquél momento, no podía fijarme en su carácter, no después de lo ocurrido con Pablo.
         -Pues yo estudio alemán desde hace bastantes meses. Y la verdad es que, aunque parezca difícil, tiene la misma estructura que el euskera. Uy, perdona, es que cuando me enrollo… No quiero aburrirte.
         -No, no, si no me aburres. Vienen bien estas conversaciones de vez en cuando; y más si es con gente tan amistosa.
         El autobus vino y nos sentamos de frente. Yo cojí los cascos y pensé que aquél tenía que ser el momento en el que tendría la oportunidad de sacar algo. Me puse a escuchar música, mientras ella me hablaba, y yo le hacía creer que no le escuchaba.
         Cuando me di cuenta de que aquél era el momento, decidí atacar.
         -Ay, perdón, ¿me estabas hablando? Es que estaba sumergida en la música y no me he dado cuenta.
         -¿También te gusta la música? Vaya, sí que tenemos cosas en común-ella tan “agradable”.
         -Sí, bueno, escucho de todo pero hay un cantante que me ha robado el corazón-no le dije el nombre, con la suposición de que sería ella la que me preguntaría quién era aquél cantante del que estaba hablando yo.
         -Y, ¿se puede saber quién es ese cantante que mencionas? No quiero ser cotilla pero me gusta saber la opinión de la gente sobre la música.
         -Pues… No sé si lo conocerás. Es jovencillo y se ha hecho famoso hace unos meses. Se llama Pablo Alborán.
         El gesto de su cara cambió justo cuando pronuncié aquellas palabras. Se quedó inmóvil ante aquél nombre.
         -¿Has dicho Pa…Pablo Alborán…?-me dijo ella, intentando evitar tartamudear, pero sin conseguir su objetivo.
         -Sí, ¿lo conoces? Parece que te ha afectado el nombre, la verdad…
         -Bueno es que… Es una historia muy larga…-ella parecía asustada por contarle alguna historia de su vida a una desconocida, y sabía que tenía que ganarme su confianza, y la notaba tensa, muy tensa.
         -Bueno, tenemos tiempo, así que si quieres dos oídos que te escuchen, ya sabes…
         -Pues es que tampoco es nada del otro mundo… Yo soy malagueña de nacimiento. Llevo algunos años viviendo aquí pero siempre que puedo intento ir a mi tierra natal, a mi Málaga.
         -Yo no he estado nunca pero me gustaría ir. Por lo que me han dicho es un lugar muy bonito, que transmite mucha energía -no sabía ni lo que estaba diciendo, pero estaba haciendo lo posible y hasta lo imposible para intentar ganarme más su confianza y así poder sacar todo lo que tuviera dentro.
         -Verás, la cosa es que, hace cosa de unos meses, conocí a Pablo en persona. Pero no como cantante, sino como cualquier chaval malagueño que ves por las calles y te saludas.
         Cada vez me sentía más cerca de conseguir mi objetivo y así destapar todo lo que estaba ocurriendo.
         -Pues eso –prosiguió ella-, empecé a hablar con él y tal e hicimos buenas migas, pero él tenía novia en aquél momento y no quiso nada. Pero hace cosa de unas semanas, volvió a Málaga y nos volvimos a reencontrar. Me dijo que había tenido problemas amorosos y que por fin se había abierto al amor.
         Yo me sentía terriblemente mal, me estaba muriendo por dentro, pero sabía que tenía que ser fuerte para poder escuchar y saber todo lo que aquella víbora me estaba contando.
         -Claro, y entonces fue donde caíste rendida a sus pies…¿no?-le pregunté yo, intentando mostrar normalidad.
         -Más o menos. Una noche nos encontramos mientras estábamos de fiesta y copita por aquí, copita por allá, acabamos besándonos en la playa, pero al día siguiente actuamos como si nada hubiera pasado. Ya sabes, cosas del alcohol…
         -Bueno, bueno… Pero no me dejes así hombre, sigue contando anda, que yo te escucho.
         -Pues verás, lo que ocurrió fue que, empezamos a salir, pero nuestra relación solo duró un breve periodo de tiempo porque él volvió a su vida normal y me dijo que estaba enamorado de su novia, que por cierto, arrancaría los pelos por haberme robado a Pablo.
         En ese momento no sabía qué decir. Tenía las manos sudorosas y no hacía más que negar con la cabeza.
         -Y claro, pues yo ahora he vuelto aquí porque sé que su chica también vive aquí, por lo que puedo estar más cerca de Pablo, y voy a hacer todo lo posible para volver con él, es más, sé que lo voy a conseguir.
         Yo parecía estar blanca, muy blanca.
-Oye, ¿estás bien? –me preguntó ella.
         -Gracias por abrirme los ojos.
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¡HOLA LECTORES! Bueno, espero que leáis esta dedicatoria porque es muy importante para mí. Ante todo daros las gracias por acompañarme en un capítulo más y después explicaros el motivo de esta dedicatoria.
A ver, todos sabemos que a veces es imposible hacer algo si no te sale de dentro, ¿Verdad? Pues para el que no lo sepa, con la escritura pasa lo mismo: hay días en los que te sale de todo, y hay días en los que no te sale NADA. Y en los días en los que no me ha salido nada, ha estado una persona llamada Vero, a la que conoceréis por el twitter @PAlboranFansAb o, su twitter personal @Vero_5193 (¡SI NO LA CONOCÉIS SEGUÍDLA!). Pues Vero, ha estado ahí en cada momento en el que no me venía la inspiración y, quiero deciros que, sin ella, este capítulo no hubiera sido posible, ya que ha sido ella la que me ha dado el argumento para llevarlo a cabo. Así que, si os ha gustado el capítulo, hacedme el favor de visitar su blog ( noomasbesosalalba.blogspot.com) y hacérselo saber a ella, para que vea lo mucho que vale y lo mucho que se merece.
¡GRACIAS A TOD@S POR VUESTRA ATENCIÓN! 
¡Nos vemos por twitter! Recordad, soy @OlatzAlboran

martes, 27 de marzo de 2012

15. ME ENCANTAS CUANDO SONRÍES


Aquél abrazo me hizo sentir dolida conmigo misma por lo que había provocado… Lo último que quería en aquél momento era hacerle daño a Pablo. Él era mi confidente en aquél momento, la persona con la que quería sentir todos los sentimientos existentes en este mundo.
         -Anda, déjame que te cure la herida…-le dije a Pablo después de secarle la herida que amenazaba con caer de su ojo.
         -No, déjame que te cure yo la tuya.
         Dicho eso, Pablo puso una cara de locura; me quitó la gasa que tenía en la mano, me acercó a él mientras me cojía de mi mano y me besó con pasión, como si no hubiera mañana. Mi cuerpo estremeció de repente. Cada vez que sentía su calor a mi alrededor era como si el mundo fuera una estrella fugaz que se apaga en el momento en el que él y yo estamos juntos. Los rayos de sol entrando por la ventana de mi salón, nuestras pieles erizadas por la pasión, el sonido de la mañana, sonido que en ese momento ignorábamos por estar tan sumergidos en el cuerpo del otro. Entre susurros le dije a Pablo si quería que fuésemos a la habitación, pero, antes de que me dejara terminar la frase, me cojió en brazos y me llevo hasta allí. Cerró la puerta de mi habitación y, después de dejarme a mí en la cama, siguiendo ese acto por una sonrisa, fue a cerrar las persianas cuidadosamente, momento que aproveché para atacar por detrás. Me enganché a su espalda y comencé a besarle en el cuello mientras le acariciaba el cuerpo. Noté cómo estremeció de repente ante aquellas caricias y de pronto le dí la vuelta y perdí el control. Comencé a desnudarlo a él y a desnudarme a mí. He de reconocer que Pablo me volvía loca. No podía tenerlo a mi lado, tan pegado a mí y no cometer una locura.
         -Para, para, para… No puedo, Olatz…-me dijo él, triste.
         -Perdón…-me sentía mal.
         -No es cosa tuya pero quizás sea que no es el día… Lo siento cielo, estoy muy cansado, he dormido muy mal…
         -¿Nos tumbamos en la cama e intentamos dormir un poco? Nos vendrá bien a los dos.-le dije yo, con una sonrisa en la cara.
         -Me encantas cuando sonríes. De acuerdo.
         Nos pusimos cómodos y nos acomodamos en la cama. Esta vez nos pusimos los dos de frente, de modo que yo tenía mi cabeza debajo de la de Pablo, así que él se pasó un buen rato besándome en la cabeza. Teníamos los dedos entrelazados, un símbolo de unión que siempre quise probar y que ahora estaba viviendo junto a mi príncipe azul.
         Nos dormimos, y para cuando nos despertamos ya eran más de las 3 del mediodía. Me dí cuenta de que no sabía nada de Alba, pero no le dí la más mínima importancia, ya que, al fin y al cabo, ya era bastante mayorcita para controlarse.
         Comimos algo y nos tumbamos en el sofá. Teníamos un plan de esos en los que no haces nada pero estás demasiado a gusto como para salir de casa: sofá, tele y palomitas.
         Pablo se durmió, y mientras él estaba dormido me vino a la cabeza una persona especial para mí. Hablo de una persona que, desde el minuto uno, ha demostrado estar ahí siempre, y, a pesar de la distancia, hacer sentirla cerca gracias a sus intentos de hacerte sonreír o emocionarte con unas simples palabras. La conocí a través de la novela que está escribiendo, ¡menuda novela! Empecé a hablar con ella y, poco a poco, nos hemos ido conociendo más y más, hasta el punto en el que creo que somos inseparables. Es una de esas personas que conocí gracias a Pablo y con la que sueño poder abrazar algún día. Esa personita se llama Vero. Es alguien en la que puedes depositar toda tu confianza porque sabes que te ayudará con lo que sea, aunque ella esté peor que tú. En todos los días en los que he estado sin ganas o simplemente de bajón, ella ha estado ahí, protegiéndome de los malos momentos y haciéndome sonreír minuto sí minuto también. Por esa razón y por muchas otras fue por lo que aterrizó a mi mente aquella tarde.
         Sumergida en los momentos vividos junto a Vero, me quedé dormida yo también.
         Cuando desperté, como de costumbre, Pablo no estaba ahí. Fui a la cocina con la intención de encontrármelo allí pero no estaba, y tampoco en las demás estancias de la casa.
         Salí a la terraza y observé que había una chica que se me hacía conocida debajo de mi casa. La miré de arriba abajo y me dí cuenta de quién era. Aquella chica con la que tantas pesadillas tuve mientras Pablo estuvo fuera, aquella chica que abrazó a Pablo cuando todavía no nos hablábamos. De pronto ví bajar a Pablo por las escaleras. ¿Qué estaba pasando?    

domingo, 25 de marzo de 2012

14. LA VOY A PROTEGER CON MI VIDA



         Mi teléfono empezó a sonar. Yo sabía que era Dani por lo que colgué. El teléfono de casa también sonó. Pablo estaba empezando a preocuparse porque yo no le decía quién era. Desconectamos todo y volvimos a lo nuestro, pero, de repente, llamaron a la puerta bruscamente, al timbre, golpeaban aquél trozo de madera. Tenía miedo de que Alba se despertara pero no lo hizo.
         -Pablo, voy a ir a abrir.
         -No, esto no es normal, iré yo, no puedo permitir que te pase nada.
         Se puso una camiseta y se dirigió a la entrada; yo hice lo mismo, pero, el que se acercó a la puerta para disponerse a abrir fue él. Miró por la mirilla pero no vio a nadie, por lo que quitó la llave de la cerradura y abrió.
         Un rostro blanco con mala cara y mal gesto estaba apoyado en el marco de la puerta. Un rostro con lágrimas aún en los ojos pero odio y desprecio dentro levantó la mirada.
         -¿Qué quieres?-la voz de Pablo era fría y directa, sabía quién era él.
         -Que salga Olatz-la voz de Dani también era seca. Yo estaba al otro lado de la esquina por lo que no me podía ver.
         -No, no voy a dejar que salga. Vete.
         -No me voy a ir hasta hablar con ella-Dani gritaba cada vez más.
         -Mira, chaval, no sé qué ha pasado entre vosotros ni sé si quiero saberlo, pero como no te vayas por las buenas, lo harás por las malas-Pablo empezó a ponerse tenso porque sabía que Dani era capaz de lo que fuera, así que estaba alerta en todo momento.
         -Tú no eres nadie para echarme de esta casa-Dani lo dijo con toda la chulería del mundo, como si aquella fuera su casa.
         -Soy el novio de la chica a la que estás buscando así que vete si no quieres que tome represarias, ¿está claro?
         Yo decidí dar la cara y afrontarlo por lo que salí.
         -Dani, vete, no quiero verte aquí, ¿Vale?-le dije yo, poniéndome detrás de Pablo.
         -Olatz, tenemos que hablar de lo que ha pasado y lo sabes.
         Lo último que quería en ese momento era que Pablo se enterase de lo que estaba pasando y de lo que había pasado.
         -¡No quiero verte más! ¿No te das cuenta de que formas parte del pasado? ¡Déjame en paz de una vez! Lo único que estás consiguiendo es fastidiarme la vida.
         -¿Y tú no te das cuenta de que el que te está fastidiando la vida es otra persona que sobra? ¡No te enteras!
         Dicho eso Dani se fue. Pablo cerró la puerta, me miró y vio que estaba temblando, por lo que, sin preguntar ni consultar nada, me protegió entre sus brazos. Me sentía segura entre sus brazos. Pese a que entre nosotros no hubiera mucha diferencia de altura, aunque algo me sacaba, me gustaba que alguien más alto que yo me abrazase, me sentía más protegida aún. Pablo no sabía lo que había pasado entre Dani y yo, pero, aun así, seguía dándome su apoyo en cada momento, transmitiéndome su calor.
         -Olatz, tranquila, no te asustes, ya ha pasado todo. Te dije que, mientras estuviéramos juntos, no te pasaría nada y mantengo esa promesa, ¿vale? Vamos a la cama, anda.
         Yo le dí un susurrado Gracias y un leve beso mientras íbamos hacia la habitación. Fui al baño a mojarme un poco la cara y luego fue Pablo. Yo me metí en la cama y enseguida vino él.
         -Pablo, por favor, ¿podemos dormir abrazados? Te necesito…-no sé ni por qué dije aquello, pero sentía la necesidad de estar lo más cerca posible de él.
         -Eso ni se pregunta, cariño. Descansa, y si te pasa lo que sea a cualquier hora, no dudes en despertarme, ¿vale?
         -Tranquilo. Que sepas que eres uno de los pilares que sujeta mi vida… Te quiero-lo besé y enseguida él me abrazó.
         -Hoy no hay nada que hacer, quedémonos aquí, contándonos secretos…Diciéndonos bajito que lo nuestro siempre se hará eterno…- después de aquél abrazo tan tierno y protector, él susurraba entre melodías aquella canción, y, entre susurros, me quedé dormida.
         Cuando me desperté a la mañana siguiente, Pablo no estaba en la cama. Alba tampoco estaba en la suya. Miré por toda la casa pero no ví a nadie.
         De pronto observé que, encima de la mesa de la sala, estaba el Iphone de Pablo. ‘’Si quieres saber todo lo que ha pasado entre tu querida Olatz y yo, ven al parque de al lado de su casa’’.
         En cuanto leí esas palabras mandadas a Pablo me dí cuenta de que tenía que haber hecho algo, tenía que haber supuesto que Dani no iba a dejar las cosas así, no se detendría hasta salirse con la suya. Me vestí rápidamente y salí corriendo hacia el parque.
         Cuando llegué vi a Pablo de espaldas, con los brazos tensos, respirando fuerte; y a Dani de frente, apoyado en un columpio, con una sonrisa malvada en la boca. Seguí corriendo hasta llegar allí.
         Cuando llegué al lugar, estaba sin aliento, pero, como pude, dije:
         -¡Déjame en paz ya, Dani!-lo dije gritando.
         En cuanto oyó mi voz, Pablo se giró y me miró con cara de preocupación.
         -¿Qué pasa, Olatz? ¿Ahora vas a negar delante de tu novio que sientes algo por mí?-aquella sonrisa asquerosa que tenía dibujada en la cara me daba asco.
         Pablo estaba muy nervioso, yo lo notaba en su mirada.
         -¡CÁLLATE, CHAVAL!-Pablo le dijo eso gritando, lo miró de arriba abajo, se acercó a él y lo agarró de la camiseta-. Como vuelvas a molestar a Olatz, te vas a ver las caras conmigo, ¿te enteras? Afronta de una maldita vez que no te quiere.
         -¡PABLO!-yo no quería que se metiera en ningún asunto por mí.
         Dani le plantó cara y enseguida fue a pegarle, pero yo me metí de por medio para separarlos. Pablo se aguantó las ganas de pegarle un puñetazo por mí, aunque tenía el puño a la altura de la cadera, preparado por si pasaba lo que fuera. Pero, para mi desgracia, Dani no se aguantó las ganas y fue a pegarle un tortazo, con tan mala suerte de que me pegó a mí primero.
         En ese momento Pablo vio que yo estaba con una lágrima en el rabillo del ojo, ya fuera por el dolor de aquella herida o por la decepción de que se atreviera a aquello. Al ver eso, puso cara de cabreado, se quitó la cazadora de golpe y le dio un puñetazo a Dani en la cara.
         -¡TE HE DICHO QUE COMO LE HAGAS ALGO TE PARTO LA BOCA! ¡DÉJALA EN PAZ!
         Aparté a Pablo de golpe, después de que Dani le pegara otro a él en el labio también, y, mientras nos alejábamos y Dani estaba asustado y doliéndose por el golpe, Pablo le dijo nervioso y descontrolado:
         -Como se te ocurra acercarte a ella aunque sea a un kilómetro, te juro que las vas a pagar. La voy a proteger con mi vida, ¿te queda claro?
         Yo estaba asustadísima, a parte del dolor, no podía soportar encima el pensamiento de lo que acababa de vivir.
         -No tenías que haberlo hecho, Pablo. Te has metido en un lío por mi culpa. Esto es asunto mío y yo lo arreglaré como sea-le dije mientras le desinfectaba la herida del labio con cuidado.
         Él me apartó la mano.
         -Mira, Olatz, si supieras todo lo que me ha dicho sobre ti, lo matarías con tus propias manos. Yo prometí que no te pasaría nada mientras estuvieses a mi lado, y lo voy a dar todo por ti, aunque me vaya la vida en ello, así que, tus problemas de aquí en adelante también serán los míos, y lo que te pase a ti y no puedas combatir tú sola, lo haré yo. No voy a dejar por nada del mundo que ese cretino te vuelva a poner la mano encima.
         -Pablo, te lo tengo que contar… Ayer a la noche, me mandó un mensaje para que fuera al parque a hablar con él -tenía miedo de perderlo pero tenía la necesidad de contárselo-, yo fui y me dijo que sentía algo muy fuerte hacia mí, y que no me convenía seguir contigo, que me harías daño, y…me besó… Con ese beso sentí algo, pero, aunque sintiera eso, sé que te amo y eres el hombre de mi vida.
         En el momento en el que le dije a Pablo lo del beso, una lágrima le recorrió la cara. Lo había hecho sufrir, aunque hubiera sido sin querer.
         -Perdóname, soy lo peor, no me merezco a alguien como tú.-me puse a llorar como una loca. Me sentía horriblemente mal, como un ser despreciable.
         -No hay nada que perdonar. Yo también he hecho cosas en este tiempo de las que me arrepiento. Y no vuelvas a repetir que eres lo peor porque, aunque hayas hecho lo que has hecho, sigues siendo lo mejor para mí.
         Me aferré a él. Necesitaba que me confirmara sus palabras con un abrazo como los suyos. Los dos lo necesitábamos. Creo que él más que yo, por lo que pude comprobar en sus ojos. Creo que nunca lo había visto así, pero una vez más, conseguimos seguir adelante juntos.
Amor 1-0 Destino.

sábado, 24 de marzo de 2012

13. Y, SINO, LO SUPERAREMOS JUNTOS...



Aquellas palabras fueron como un hachazo justo en el corazón, como si me lo hubieran lanzado y me hubiera dado justo en medio. Había estado loca por Dani durante mucho tiempo y ahora me había besado, justo cuando estoy con Pablo, cuando quiero ser feliz junto a él, aun sabiendo que hay probabilidades de que esto no salga bien. Claro que todas las relaciones tienen problemas, pero nosotros, juntos, los teníamos que superar; podíamos con eso y con todo. Con todos esos pensamientos en tan solo unos segundos, me di cuenta de que ese beso me hizo sentir algo diferente. No me lo esperaba para nada, pero algo se despertó dentro de mí. Sabía que no podía hacer nada porque yo AMABA a Pablo pero… Aquél beso…
Con lágrimas en los ojos, me até la chaqueta, me levanté y comencé a andar hacia mi casa. Dani me miró extrañado y dolido pero al final me dijo algo:
-No niegues que sientes algo, Olatz. No seas cobarde una vez más.
¿¡CÓMO!? Estaba alucinada.
-Mira, Dani, no sabes lo que estás diciendo, ¿vale?-le dije yo medio llorando.
-Sí, sí sé lo que estoy diciendo porque es verdad. Siempre intentas huir del problema, como si así desapareciera. Pero, ¿Sabes qué? Si para ti soy un problema no huyas, porque no voy a desaparecer. Voy a seguir detrás de ti hasta que te des cuenta de que tu relación con Pablo no va a funcionar, darte cuenta de que estarías mejor si estuvieras entre mis brazos.
Necesitaba decir algo en ese momento, no me podía quedar así; Sabía que la cosa empeoraría si decía algo pero nadie me llama cobarde y se va de rositas. Así que me acerqué a él unos pasos y me dispuse a soltar toda la rabia que tenía dentro en ese momento:
-Mira, Dani. Todo el tiempo en el que hemos estado juntos, disfrutando de cada momento, he estado loca por ti, y tú lo sabías, pero intentabas huir del asunto por miedo al compromiso, y ahora, quiero ser feliz junto a Pablo, porque sí, porque lo quiero demasiado como para perderlo porque ya sabes lo mal que lo pasé cuando se fue y pensé que no volvería a verlo. Y, ¿sabes qué? Claro que tendremos nuestros problemas y claro que a lo mejor esta relación es más complicada que las demás por el tema de la distancia, pero hicimos una promesa y la tenemos que cumplir porque lo necesito a mi lado. Y por muchas personas como tú que haya por nuestro camino, quiero seguir a su lado, así que no hagas esto más difícil.
Sabía que estaba hiriendo sus sentimientos, porque yo también estaba igual, pero necesitaba soltarle todo para que pudiera distanciarme un poco de él.
Cuando llegué a casa estaba horriblemente mal, me sentía como un monstruo que acaba de robarle el corazón a alguien. No tenía ganas de dormir, no podía, así que cojí mi BlackBerry y ví que tenía abierta una conversación de BBM-BlackBerry Messenger-. Una conversación con cinco chicas que me hacen sonreír en tan solo unos segundos. Me puse a hablar con ellas y notaron que estaba rara así que me preguntaron. Les dije que no pasaba nada, que estaba bien, que solo estaba cansada, y de pronto me dí cuenta de que las necesitaba a mi lado por cada una de las sonrisas que me han sacado a lo largo del tiempo. Nos conocimos gracias a Pablo, así que necesitaba hacer un juramento de ellas para asegurarme que nunca se irían de mi lado, nunca se alejarían.
Yo: Chicas, ¿Qué os parece si hacemos un juramento?
Vero: ¿De Sal y limón?
Elizabeth: Eso eso, un juramento que sea solo nuestro.
Mari: Ayy, yo quieroo.
Fanny: Ay, dilo ya!
Yo: Se me ha ocurrido que podemos hacer un… #JuramentoDeUvaYMelón. ¿Qué os parece?
Todas: ¡Ay qué guay!

Seguí hablando con ellas durante un rato, y me di cuenta de que Alba estaba en aquella conversación pero no estaba conectada, por lo que tenía que acordarme de contarle lo del juramento a la mañana siguiente. Alba…Ahora me cuadraba todo: aquella tarde, cómo estaba de rara, lo callada que estaba… Pero, ¿por qué no me contó nada? No sabía qué pensar, lo único que esperaba era que Pablo no se enterase de aquél beso porque sino… Me quité las lentillas y decidí meterme a la cama. Pablo estaba dormido, así que me tapé un poco y me abracé a él. Me puse a llorar, otra vez, como una tonta. No podía creer todavía todo lo que había a mi alrededor. De pronto, Pablo se despertó.
-Ey, ¿pero por qué lloras?-me dijo él, bastante espavilado.
-¿Te he despertado? Perdón
-No, tranquila, si estaba despierto-al decir estas palabras me di cuenta de que él también estaría preocupado por algo. Se dio la vuelta y se incorporó un poco de modo que yo me quedaba apoyada en su pecho. Me cojió de la mano y me dijo-: Ahora cuéntame lo que te pasa cielo.
-No lo sé… Estoy algo depre.
-Bueno tú tranquila que ya se te pasará y sino lo superaremos juntos, ¿vale?
Aquellas palabras me tranquilizaron, ‘’Lo superaremos juntos’’. Después de todo lo que había vivido ese día, me había dado cuenta de que necesitaba unirme a Pablo. Lo abracé fuertemente y él me besó. Yo le continué el beso, quería que aquello sobrepasase el limíte de las caricias, quería algo más, y él lo sabía.
Se puso algo más abajo, así que nuestras caras estaban a la par.
Entre beso y beso, cuando paramos para respirar, pude comprobar el brillo de ojos con el que me miraba. Aquellos ojos oscuros que brillaban por mí me volvían loca.
         Me acerqué a él, ahora nuestros cuerpos estaban juntos, rozándose la piel mútuamente. Nuestras respiraciones comenzaron a ser más rápidas, el calor empezó a notarse en aquella cama, nuestras manos se unieron, ahora respirábamos al unísono. Pablo se quitó la camiseta y me la quitó a mí.
         Con ese escalofrío que sentí cuando empezó a besarme en el cuello mientras me acariciaba toda la piel; cuando sentía su cuerpo contra el mío, su torso desnudo junto al mío, me di cuenta de que en aquél momento estábamos a las puertas del paraíso donde solo él y yo existiríamos.
         Pero, al parecer, alguien no quería que aquellas puertas se abriesen, y, sin nosotros saberlo, el infierno lejano al paraíso, estaba por dar sus pasos para acercarse a nosotros…

jueves, 15 de marzo de 2012

12. VIENE A QUE TE QUIERO


         
Y otra vez nos encontrábamos en aquella playa en la que comenzó toda la mágia. Tantos momentos vividos en aquella arena húmeda… Momentos de sinceridad, amor, cariño, decepción… Millones de sentimientos unidos.
         Hacía algo de frío por lo que le dije a Pablo si quería ir a mi casa, ya que estaríamos más a gusto y a Alba le alegraría ver a Pablo. Y así fue. En cuanto entramos por la puerta a Alba se le dibujó una sonrisa y dijo:
         -Sabía que vosotros no podíais estar separados.
         Decidimos pasar el día en casa ya que fuera no hacía día de paseo. Volver a sentir el calor de Pablo me hacía pensar mucho…Pensar en que había estado a punto de perder esa calidez, ese olor a caramelo.
         Estando en el salón, Alba se fue a su habitación a coger su móvil. Pero cuando volvió tenía mala cara pero no me contó nada.
         -Parejita, yo me voy a dar una vuelta, así os dejo solos…-dijo Alba, mientras estábamos viendo la televisión en el sofá.
         -No digas tonterías, Alba.- le dijo Pablo sonriente.
         -No, en serio, quiero airearme un poco, tengo demasiadas cosas en la cabeza…
         Estaba muy rara así que le hice una señal a Pablo y me fui a hablar con ella.
         -¿Qué te pasa? Estás rara…-le dije yo mientras estábamos en su habitación.
         -No me pasa nada, en serio, estoy bien.- yo sabía que eso era mentira porque, si lo hubiera estado, hubiera esbozado una de esas sonrisas preciosas.
         Yo la abracé. No sé si en forma de agradecimiento, de consuelo o de apoyo, pero la abracé y ella no me negó ese abrazo.
         -Sabes que estoy aquí para lo que necesites, ¿eh?-le dije yo.
         -Lo mismo te digo, pero tú tranquila que estoy bien. Disfruta de la compañía de Pablo. A la noche vuelvo.
         Se preparó y se fue, de modo que nos quedamos Pablo y yo, tumbados en el sofá, viendo la tele. Él notó que estaba preocupada, de modo que me miró a la cara y, acariciándome el pelo, me dijo:     
         -¿Qué te pasa? Te noto preocupada. ¿Ha pasado algo con Alba?
         -No lo sé…La noto diferente, como si estuviese rayada por algo, pero no me ha querido decir nada… ¿Habré hecho algo mal?
         -Qué dices. Tranquila, seguramente será alguna chorrada, sino te lo hubiera contado.
         Abracé a Pablo con fuerza y, no sé por qué, pero una lágrima recorrió mi cara y aterrizó en el brazo de Pablo, ya que lo tenía al lado de mi cabeza.
         -¿Qué te pasa, cariño?- fue casi un susurro, como si no quisiera molestar a nadie.
         -No lo sé…Me preocupa Alba y… te he echado de menos…-cada vez tenía más ganas de llorar-. Cada momento que pasaba pensaba que no volvería a verte.
         -Cielo, hicimos una promesa y la tenemos que cumplir, ¿vale?-su voz me calmaba, era como si fuera un tranquilizante, me volvía a sentir segura entre sus brazos-. Estoy aquí, a tu lado, y no te pasará nada mientras estés conmigo, ¿me oyes?
         -Gracias, Pablo- lo abracé con más fuerza todavía.
         -No tienes que agradecerme nada, cielo. Te quiero mucho y por ti daría hasta la vida.
         Entre aquellas palabras y los abrazos de Pablo me quedé dormida. Estaba como en un sueño, como si estuviese en una nube. Pero lo peor estaba por llegar… Otra vez volvían esas pesadillas a mi mente, no sé por qué pero otra vez. Me desperté gritando y llorando. Pablo se asustó.
         -PABLO, PABLO, NO, NO, POR FAVOR- era lo único que decía yo, llorando.
         -Olatz, tranquila, estoy aquí, solo es una pesadilla, tranquila pequeña, estás conmigo…-después de pronunciar esas palabras Pablo me abrazó fuertemente, mientras cojía una manta y nos tapaba a los dos. Me cojió de la mano fuertemente mientras me iba repitiendo esas palabras…
         Cuando me desperté ya era la hora de cenar pero Pablo no estaba. Tal y como supuse, estaba preparando la cena. Alba llegó en ese momento y seguía teniendo mala cara. Cuando le pregunté con quién había estado, no me respondió. Me extrañó mucho y me quedé mosqueada porque no era normal todo aquél misterio. Durante la cena no hubo muchos comentarios, y, en cuanto terminamos, Alba se fue a dormir. Pablo enseguida me miró y me preguntó que qué había pasado. Pero yo le dije que no sabía nada, porque, era verdad, no sabía nada y eso no me gustaba.
         Pablo y yo nos fuimos a la cama prontito, los dos estábamos muy cansados y pensamos que sería mejor así ya que podríamos aprovechar el día siguiente para estar juntos. Él se durmió enseguida pero yo no podía dormir así que decidí irme a la terraza a pesar del viento fresco de mi tierra que hacía. Cojí mi blackberry y me di cuenta de que tenía un mensaje de Dani. ¿Qué querría? El mensaje decía así:
         ‘’Olatz, te espero a las 23.00h en el parque de al lado de tu casa. Por favor, no me falles, es importante’’.
         Ese mensaje me dejó un tanto descolocada…¿Qué querría a esas horas? Le respondí: ‘’¿A estas horas? ¿Qué pasa?’’.
         Enseguida tuve respuesta suya: ‘’¿No te ha dicho nada Alba? Ven por favor, ya estoy ahí’’.
         ¿Alba? ¿Qué tenía que ver con todo esto? Me puse lo primero que pillé, cojí las llaves y la BlackBerry y salí hacia el parque con miles de preguntas en mi mente. Cuando llegué allí, Dani estaba sentado en un columpio, con gesto serio.
         -¿Qué pasa? Me has preocupado-le dije en cuanto llegué, mientras me sentaba en el columpio de al lado.
         -Por favor, déjame hablar. Esto es algo que tenía que haber hecho hace mucho tiempo. Alba me ha dicho que no lo hiciese pero lo necesito…-cada vez estaba más extrañada-. Desde el momento en el que te conocí vi que eres diferente… Tienes un encanto que te hace especial. Sé que has vuelto con Pablo, y me alegro mucho por ti, pero tenía que decirte  todo lo que siento hacia ti, porque no puedo guardarme esto más tiempo. Durante todo este tiempo hemos estado juntos, afrontando los malos momentos juntos y disfrutando de los buenos. Y… No puedo soportar estar contigo, pensando que podríamos haber sido más que amigos, más que confidentes… No puedo seguir así, por lo que tengo que hacer algo ya…
         Pero, pero, ¿¡Qué hacía?! No, no, por favor, ¿ME IBA A BESAR?. Y lo hizo… Yo me quedé boquiabierta pero el primer impulso fue darle un bofetón. Había estado detrás de él mucho tiempo y ahora que estaba empezando a ser feliz con Pablo ¿me lo quería arrebatar?
         -Dani, no sé lo que te pasa pero tienes que tener en cuenta que estoy con Pablo.
         -Te va a hacer daño, los dos sabéis que vuestra relación no va a ninguna parte.
         -Pero, ¿A qué coño viene todo esto?
         -¡VIENE A QUE TE QUIERO!

miércoles, 7 de marzo de 2012

11. TENGO QUE DEJAR DE SER COBARDE, Y AFRONTAR LO QUE MIEDO ME DA...


Los días transcurrían con lentitud, las horas eran más largas, no tenía señales de Pablo, las sonrisas que él me sacaba se convertían en llantos, en pesadillas cada noche. Ya que teníamos vacaciones, Alba se quedó todo el tiempo conmigo, dormía en mi casa, pasábamos el día juntas y me ayudaba a luchar. Era como mi ángel de la guarda: me protegía de las pesadillas que tenía todas y cada una de las noches. Soñaba que justo cuando tenía a Pablo entre mis brazos, desaparecía, decía cosas horribles, que me odiaba, que se quería marchar de este mundo. Cada noche me despertada sobresaltada, llorando; pero ahí estaba Alba para tranquilizarme en esos momentos de dolor.
         Me sentía extraña sin Pablo, notaba que faltaba algo dentro de mí, y odiaba esa sensación, sensación de vacío. Poco a poco me daba cuenta de que lo necesitaba a mi lado, sin él no podía vivir. En esos momentos me daba cuenta de que nunca podríamos separarnos, por mucho que quisiéramos volver a empezar, eso sería imposible, porque sentía que mi corazón lo tenía él; él era el poseedor de todo mi amor, cariño, sentimientos.
         Al no poder seguir adelante con normalidad, empecé a refugiarme en Dani. Creo que nunca he hablado sobre él. Dani es un chico que conocí hace bastantes años, con el que comparto muchas aficiones como el longboarding o la fotografía. Cuando llegó a mi escuela solía estar apartado de los demás, como si no quisiera saber nada de ellos. La cosa era que, por cosa del destino o la vida, empezamos a hablar y a darnos cuenta de que nos podríamos llevar bien. Comenzamos a quedar, a hablar, a conocernos. Me llevaba muy bien con él, ya que sentía que en él podía depositar toda mi confianza, al igual que él hacía conmigo. Pero lo que sentía por él era solo amistad, y creo que los dos sentíamos lo mismo, pura amistad, sin ir más allá.
         Como iba contando, aquella temporada en la que estuve con Pablo, me olvidé de él completamente, y tenía ganas de volver a estar con él, ya que muchas veces era el único que me hacía desconectar del mundo y aterrizar en el nuestro propio que habíamos creado a base de locas historias y cuentos vividos.
         -Alba, he pensado llamar a Dani para quedar esta tarde.-le dije mientras comíamos.-Hace tiempo que no estoy con él, desde que llegó Pa…-el recuerdo de Pablo me arañaba el alma-. Bueno, eso. ¿Qué te parece?
         -Me parece genial, cielo. Te vendrá bien desconectar. Yo me quedaré en casa, tengo algunas cosas que hacer.
         ¿Qué querría hacer Alba que yo no supiera? Era un poco raro todo pero no le dí importancia. Tal y como había acordado, quedé con Dani. Pensamos en ir a dar una vuelta en longboard pero había llovido y el suelo no estaba de nuestra parte.
         Fuimos al centro de la ciudad. Quedamos a las 17.00h en un banco cercano a la playa. Llegué allí antes que él. A decir verdad estaba nerviosa pero no sabía el porqué.
         Como siempre hacía él, me sorprendió por la espalda y me dio un beso en la mejilla viniendo hacia mí por detrás. Me levanté corriendo y nos abrazamos. Aquél abrazao tenía un significado como de… Te he echado de menos… Estuvimos hablando mucho rato, le conté lo que había pasado; TODO. Era el único chico con el que podía hablar claro, no tenía vergüenza de nada.
         -Me has dejado alucinado txiki-me dijo él.
         Txiki era como me llamaba siempre, supongo que debido a la altura y a las tres cabezas que me sacaba. Me encantaba cuando montaba en longboard, con su ‘’melenita’’ rubia al viento y sus ojazos azules brillando contra el sol. Siempre estaba sonriente y siempre tenía una de esas sonrisas para mí.
         -¿Y tú qué tal estás ahora?- me dijo, algo preocupado, al ver mi cara.
         -Pues si quieres la verdad…Mal… No puedo olvidarlo y no quiero que él me olvide…-tenía unas ganas increíbles de llorar pero intenté aguantarme.
         -No te olvidará, pero, si lo hace, será un inútil por no saber apreciar la perlita pequeñita que tiene en frente. Ah, que conste que la perlita eres tú eh…No sé si me he explicado.
         Él siempre tan chistoso. Al menos consiguió sacarme una sonrisa que llevaba tiempo deseando sacar.
         -Tengo muchas ganas de verlo y abrazarlo pero ni siquiera hablo con él…No tiene tiempo para dedicarme y eso me duele porque lo quiero mucho pero temo que esto no puede continuar así…
         -Ey, tú no eres de las que se rinden fácilmente, o al menos así lo recuerdo yo. Así que tú lucha por lo que de verdad quieres, haz todo lo que puedas y tengas.
         -Ya, pero ¿y si me equivoco? ¿Y si lo doy todo pero no recibo nada a cambio?-tenía miles de dudas en mi cabeza y la tristeza y las ganas de llorar cada vez eran mayores.
         -Alguien sabio dijo que es mejor arrepentirse de lo hecho que arrepentirse de lo no hecho. Solo te digo eso…
         En cuanto soltó esa sabiduría de las suyas, una lágrima recorrió mi carita.
         -Ey, que no quiero verte llorar, pequeña. Estoy segurísimo de que te quiere mucho, porque sino voy y le canto las cuarenta. Ah bueno no, que él me cantará solamente tú y con eso me gana…
         Sé que lo dijo con la mejor intención, y, aunque ese chiste no fuera muy bueno, esbocé una sonrisa forzada mientras le miraba a los ojos.
         -Ah, ¿a ti no te gustaban David Bustamante, Manuel Carrasco y Sergio Dalma? Es que me he enterado de que hay una rueda de prensa en el salón del Kursaal. Si quieres podemos ir a ver si consigues una foto o algo y te animas un poco.-esa sonrisa suya me ayudó a dar un paso más.
         -Ay, sí, vamos porfa.
         Aunque aquellos cantantes me recordásen tanto a Pablo, quería ir e intentar conseguir alguna firma o algo para inmortalizar el momento.
         Llegamos allí. Había mucha gente, entre ellos muchos fotógrafos y periodistas. Conseguimos un pase debido a que Dani conocía a uno de los organizadores, así que podríamos verlos de cerca, entre la multitud.
         Conseguí la firma de los tres y una foto con Manuel Carrasco. Cuando ya nos íbamos a ir, pensando que había terminado, para mi sorpresa, apareció otro cantante más. Un cantante que no podía creer que estuviese ahí. La persona con la que llevaba incomunicada tanto tiempo, iba agarrado a la cintura de una chica que, por su físico, parecía una modelo. No podía creérmelo. En cuanto lo ví con ella me temí lo peor, ya que en aquél tiempo, muchos rumores habían salido en las revistas del corazón; titulares como: ‘’María, ¿Será la que ha conquistdo el corazón de Pablo Alborán?’’, ‘’¿Será María la nueva ‘’Alborana’’?’’. No sabía qué pensar. En cuanto los vio, Dani me cogió de la mano. Pablo había venido a Donostia y no me había dicho nada, sabiendo lo mal que lo estaba pasando. Seguía sin poder creerlo, cada vez se iba acercando. Lo veía sonriente, feliz, como hacía mucho que no había visto. Él no sabía que yo estaba allí, pero, estoy segura de que si lo hubiera sabido en ese mismo instante, no estaría tan sonriente.
         Pablo y aquella chica estaban muy juntos, hasta el punto en el que se agarraron de la mano. Pero ¿Qué era aquello?. Estaba empezando a creer que me había engañado con esa, y además, tenía la poca vergüenza de venir a mi ciudad a ‘’restregármelo’’.         
         El dolor aterrizó en mí en forma de lágrimas. No podía soportar aquello. Solté de la mano a Daní, me puse a empujar a todo el que pillara por delante y me dispuse a salir de aquél sitio.
         Pablo se dio cuenta de que algo pasaba, y justo cuando miré atrás para verlo por última vez, nuestras miradas se cruzaron. Se creó un puento entre su mirada y la suya. En ese puente se podían observar la preocupación por su parte, la tristeza; por mi parte odio y desprecio momentáneo. Me giré y me fui corriendo. Dani no me siguió. Sabía que lo mejor sería dejarme sola.
         Corría y corría, lloraba, gritaba, volvía a sacudir mis piernas con fuerza hasta llegar a un lugar en una esquina de la playa, entre las rocas del espigón. Llegué allí entre sollozos. No podía más, el mundo se me venía encima y las pesadillas vividas cada noche me venían a la cabeza imagen a imagen, como si se tratara de una diapositiva que había vivido. Después de un rato allí ví que una pareja bajaba a la playa. No me fijé mucho hasta que el hombre se sentó de golpe en la arena. Caí en la cuenta de que era Pablo. Eran Pablo y… esa. Lo que me faltaba, tener a Pablo a unos metros de distancia. De repente vi que él le decía algo y ella lo abrazó con fuerza y le dio un beso en la comisura de la boca. No me lo podía creer, quería morirme allí mismo. O morirme o ir y partirle la boca a aquella chica.
         De repente vi que Pablo miró hacia donde yo estaba. Creo que miró porque aquél fue el sitio en el que me tendió la mano la primera vez que nos vimos. La primera vez en la que me fijé en los destellos de sus ojos marrón azabache. En la primera vez en la que caí en la cuenta de qué era el amor a primera vista.
         Observé que Pablo le dijo algo a la chica y ésta se fue, pero él…¿A dónde iba? No, no, eso no, venía hacia mí. ¿Cómo tenía la poca vergüenza de acercarse? Decidí hacerle frente a todo lo que me dijera y ser sincera.
         -¿Qué haces aquí?-me dijo algo bajito en cuanto llegó.
         Lo tenía a un metro escaso de mí. Se veía que había llorado o que estaba muy triste. No sabía la razón y, aunque me moría de ganas de echarme encima suya, no me importaba.
         -No, la pregunta es que haces tú aquí.-se lo dije muy fríamente, pero quería que viese que no estaba para jueguecitos.
         -Tenía unos compromisos que hacer y pensaba llamarte cuan…-le interrumpí.
         -¿Cuando acabases de ligar con esa zorra?
         -Pero ¿qué dices, Olatz? ¿De dónde te has sacado eso?
         -De las revistas, lo he sacado de las revistas, de lo que dicen de ti, de tu actitud, de todo.
         -No sabes de lo que estás hablando, Olatz…
         -Sé de lo que estoy hablando. Estoy hablando de que te has olvidado de mí, me has dejado aquí con una promesa en el aire, la promesa de que esto sería para siempre-estaba llorando pero no podía evitarlo. Lloraba de rabia y de impotencia.
         -Mira, no sé por lo que has pasado tú durante este tiempo pero me hago a la idea porque yo he pasado por lo mismo aunque no me creas.
         El tiempo transcurrió entre lágrimas y frialdad. Era como si no nos conociéramos de antes. Hubo muchos reproches de parte de los dos y la sinceridad tomó cartas en el asunto. Nos despedimos de mala manera y yo me fui corriendo.
         A la mañana siguiente quedé en el banco del día anterior con Dani. Me había pasado toda la noche llorando, abrazada a Alba. Y ya que ella se quedó dormida quería pasar el tiempo con Dani, necesitaba sus abrazos.
         En cuanto llegó al sitio acordado me lancé a sus brazos, todavía llorando, sin fuerzas, y le expliqué todo lo ocurrido. La mañana transcurrió así. No era capaz de sonreír, pero él estaba ahí en todo momento y a poco que me derrumbada, me abrazaba y continuábamos hablando sobre los sentimientos que tenía dentro.
         A la tarde decidí irme a pasear a la playa. Necesitaba estar sola, airearme y pensar mirando al mar. Estaba sentada en la arena mirando al mar cuando de repente una voz conocida me habló bajito.
         -Me hablas de engaños a mí cuando tú vas abrazando al chico ese cada dos por tres.
         Era Pablo. Pero…¿¡Qué acababa de decir!?
         -¿Perdona?-iba a llorar, otra vez…-. Mira, no sabes NADA. No sabes lo mal que lo he pasado todo este tiempo.
         -¿Y lo que he pasado yo? Me prohibieron mantener relación contigo. Decían que me iba a desviar de mi carrera musical y que no sería capaz de compaginar la música y el amor. Me he pasado muchas horas delante de tu fotografía, soñando con el momento en el que pudiera sentirte cerca, el momento en el que oír tu voz pronunciando mi nombre-ví que sus ojos se llenaban de lágrimas-, tus ojos mirando a los míos. He soñado con el momento en el que poder decirte todo lo que siento por ti, sin olvidarme de nada, porque sí, porque te quiero y en este tiemp me he dado cuenta de todo lo que significas para mí. He conseguido hacer un hueco para poder venir a este evento y tener la oportunidad de verte, ¿y ahora me vienes con temas de que te he engañado? No sabes nada, Olatz, y esta vez no llevas la razón.
         Me dolió todo lo que me había dicho, pero tal vez porque sabía que era verdad y sentía que había sido culpable de su sufrimiento. Pero necesitaba decirle todo lo que había pasado yo, así que, me armé de valor y, aún con lágrimas en los ojos y en las mejillas, empecé a hablar, suavemente, sin gritar.
         -Pablo, desde el día en el que te fuiste todo ha sido negro. No tenía nada positivo en lo que pensar. Pasaba el día sin nada que hacer, solo pensando en ti, con ganas de que llegara la noche y pudiera soñar contigo. Pero en vez de eso tenía pesadillas horribles. Todas las noches he estado desvelada con pesadillas que nunca pensé que sería posible sentir. Ha habido muchos momentos en los que me he querido rendir porque no podía más, no sin ti. Cada día veía revistas diferentes o entrevistas en las que te veía con esa chica. Me moría por dentro, cada fotografía y cada comentario tuyo me mataba poco a poco. He sentido que te he querido como no he querido a nadie. He tenido miedo de no volver a verte y esa simple idea me seguía matando más y más porque, más que en una persona, te has convertido en un sentimiento que ocupa mi corazón. Cada mañana me levantaba pensando que todo había sido una pesadilla, que estarías ahí, a mi lado, mirándome con esa sonrisa que me hace feliz, dándome los buenos días y alegrándome el resto de mis días. Pero en vez de eso, me despertaba y veía a Alba, a mi lado en todo momento, preocupada por mí porque no era capaz de nada. Y junto a Alba, ahí ha estado Dani; el chico con el que supuestamente te engaño. Él ha sido el que me ha ayudado a darme cuenta de que el amor no lo es todo, pero que si lo tienes cerca, todo es más fácil. Cuando te tenía al lado todo era de luz y de color, pero, cuando te vas siento que los colores desvanecen hasta quedar todo en blanco y negro, como un infierno decolorado. Muchas veces he pensado que te has olvidado de mí o que hice algo mal. Y muchas veces me ha venido ese último recuerdo tuyo, en el que nos encontrábamos en un aeropuerto lleno de gente, pero en el que estábamos solos tú y yo y aquella promesa de ‘’Ezerk ez gaitu bananduko’’ de por medio. Pensé que se iba a cumplir. Sé que tú todavía no sabes el significado de esa frase, y a lo mejor es por eso por lo que no puedes cumplir tu parte del trato.
         Terminé de hablar, llorando aún más. Pero Pablo no se quedaba atrás. Lo notaba mal, muy mal, pero necesitaba soltarle todo aquello que le había dicho. Al igual que la primera vez, sentía que tenía que elegir entre todo o nada, sentí que tenía que dejar de ser cobarde y afrontar lo que más miedo me daba, perderlo. Me acerqué a él y posé mis labios sobre los suyos. Lo necesitaba.
         Yo no podía dejar de llorar en el momento en el que ví la tristeza y el dolor reflejados en sus ojos. Nos encontrábamos a simples centímetros de distancia y no podía dejar de ver caer lágrimas de sus ojos cristalizados por completo. Tuvo la valentía de abrazarme, de cogerme entre sus brazos, de protegerme entre ellos, de darme su calor que tanto echaba en falta, de volver a sentirnos. No dejaba de llorar, pero ahora, en parte, lloraba de felicidad.
         De repente ví que Pablo había empezado a entender aquella frase, había empezado a cumplir su parte del trato, nada nos iba a separar.

jueves, 1 de marzo de 2012

10. NADA NOS PODRÁ SEPARAR JAMÁS...


Cada vez el éxtasis era mayor. Nunca antes había sentido aquello, aquella pasión, esas ganas locas de sentir el rozamiento de nuestra piel. Aquella noche de primavera, en ese momento, solo existíamos nosotros, rodeados de aquél universo que viviría el momento más especial de mi vida, el momento en el que dos cuerpos se unirían.
         Sin pensármelo dos veces metí la mano por dentro de su camiseta. Sentí que un escalofrío recorrió aquél cuerpo que ahora poseía entre mis manos. Pablo se separó unos centímetros, lo mínimo para verme los ojos, mientras respiraba extasiado, estremecido, excitado.
         -¿Segura?- aquél susurro salió de su boca sugerente.
         Me mordí el labio, excitada, al sentir su cuerpo contra el mío. No fueron necesarias las palabras para que Pablo tomará aquello como un sí.
         Entre beso y beso hizo el amago de quitarme la camiseta, pero aprovechó el momento en el que me dejé llevar para que pudiera quitármela mejor para cogerme de la cintura y ponerme tumbada en el sofá, de modo que ahora él estaba encima, acariciando mi cuerpo, con su delicadeza, su sensibilidad, su tacto. Le quité la camiseta y suspiré cuando volví a ver su torso. Esos abdominales, esos pectorales, aquellos brazos con el que me agarraba. Poco a poco, pasionalmente, entre beso y respiración a mil, nos fuimos desnudando mutuamente hasta que, por fin, pasó. Nuestros cuerpos nos unieron. Al principio el dolor pero después el placer aterrizaron sobre mí por primera vez.
         Él estaba constantemente observándome, observando cada movimiento que hacía, acariciándome suavemente, besándome en el cuello, reclamándome más y más besos.
         Las respiraciones cada vez eran más fuertes, se sincronizaron, hasta que llegó el momento en el que las estrellas brillaron más que ningún otro momento, nuestras pieles se erizaron, nuestra respiración cesó por unos segundos, el momento de más éxtasis llegó, y con él, el punto en el que no puedes sentir más placer.
         Al cabo de unos minutos nos miramos, viendo en los ojos del otro el momento que acabábamos de vivir por primera vez juntos.
         La luna tenía más luz que nunca, mi corazón latía más sincero que nunca.
         -Ezerk ez gaitu bananduko…¿No querías aprender euskera? Ahí tienes…-le dije yo, mientras le miraba a los ojos.
         -Te amo con locura. No sé lo que significa pero seguro que es precioso. ¿Te…ha dolido?-me preguntó él, algo tímido por aquél tema, pero preocupándose por mí.
         -No, tranquilo, estoy bien. Me has tratado con mucha delicadeza. Siempre había soñado con algo así, pero ya, siendo contigo, soy la mujer más feliz del mundo.
         Sonrió, y me abrazó. Nos quedamos abrazados durante bastantes minutos, mientras él me daba besos en la cabeza de vez en cuando, y mientras yo hacía que se estremeciera cada vez que le besaba en el cuello, disfrutando de aquél olor a caramelo que lo caracterizaba.
         A la mañana siguiente, Pablo tenía que irse a coger los billetes para el avión para el día siguiente, pero yo no quería ir, no podría soportar ver cómo compraba los billetes para separarse, alejarse, de mí. Quería que empezara el día con una sonrisa, porque sabía que el día siguiente iba a ser duro, por lo que cojí un trozo de papel y escribí: ‘’Ezerk ez gaitu bananduko…’’. Él todavía no sabía el significado de aquello pero supondría que le haría ilusión al recordar la noche anterior. Cojí la nota, la doblé y la metí en su cartera, de modo que,  cuando fuera a sacar el dinero, la leería.
         Estaba deseosa por que llegara a casa para ver su reacción ante el hecho que quería que ocurriera.
         Alba se levantó de la cama, con cara de dormida y enseguida me preguntó qué pasó la noche anterior. Me encantaba las caras que iba poniendo cada vez que le contaba algo nuevo, era de película.
         -Pero mañana se va…-cuando dije eso bajé la cabeza.
         -Ey, tranquila, pronto os veréis, ya lo verás, y sino, hablaréis por teléfono o lo que sea. No te preocupes que no se va a olvidar de ti.
         -¿Interrumpo algo?- Pablo había vuelto y estaba asomando la cabeza por la puerta de la cocina donde estábamos de tertulia-. No, Olatz, no me voy a olvidar de ti, eso ténlo clarísimo.
         -Bueno parejita, yo os dejo solos que no quiero parecer la sujetavelas aquí. Voy a ducharme, dentro de un rato vuelvo.
         Alba tan detallista como siempre. Pablo le cortó el paso:
         -Tss, tú de sujetavelas nada, tú mejor amiga de los dos y punto- le guiñó el ojo y dejó a Alba un tanto descolocada.
         -Estoy asustada, Pablo…-le dije yo, con la voz temblorosa, una vez estuvimos solos.
         -No tienes razones por los que estarlo… Siempre te llevaré conmigo. ¿Recuerdas aquella promesa que me hiciste, que siempre irías de mi mano? Tienes que cumplirla.
         Acto seguido me abrazó. Él no lo dijo, pero yo sabía que él también estaba asustado por lo que pudiera pasar. Al día siguiente nos tendríamos que despedir sin saber cuándo nos volveríamos a ver.
         La tarde pasó entre sonrisas y sentimientos, muchos sentimientos que salieron a la luz. Sentimientos como confianza, amor, dulzura, cariño, miedo, aprecio, sensibilidad, tristeza, melancolía, etc.
         Llegó la noche y ninguno de los dos queríamos dormir, porque sabíamos que, después de aquellas horas de sueño, llegaría el momento de las despedidas, y no soportaríamos eso…
         Abrazados nos quedamos dormidos, él se durmió primero y, cuando se adentró en sus sueños, yo conseguí adentrarme en sus pensamientos… Ví su infancia feliz, su adolescencia envuelta en música y más música, amores y desamores, anécdotas, pero, sobre todo, lo que me impactó fue aquél sentimiento: encontré un sentimiento con mi nombre grabado…Junto a aquél sentimiento me quedé dormida, hasta despertarme a la mañana siguiente.
         La hora del desayuno fue muy callada, lo único que se escuchaban eran los comentarios de Alba, intentando romper el hielo.
         Llegó la hora de ir al aeropuerto. Yo no quería pero Pablo me pidió que fuese. Me temblaba todo. Me puse a llorar como una tonta. Él no lo pudo soportar, dejó las maletas en el suelo y me abrazó fuerte. Diciéndome que no pasaba nada, que la distancia nos haría más fuertes, reforzaría nuestro amor y lo haría invencible.
         -Te quiero mucho, no me quiero separar de ti…-le dije yo entre sollozos.
         Pablo se apartó un poco, con una lágrima en el rabillo de su ojo, me cojió de la cara y me dijo:
         -Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, y, si pudiera, te prometo que me quedaría aquí, contigo…Tengo que irme, pero te prometo que en breve nos veremos. Sea como sea pero nos veremos. Simplemente porque tú has hecho que vea el amor desde otro punto de vista.
         Aquél último abrazo antes de que embarcara fue inolvidable…Era un cúmulo de sentimientos en el que reinaban la añoranza y la tristeza.
         Justo cuando me miró por última vez, cuando me dí la vuelta y abracé a Alba por la impotencia que sentía, vino una frase a mi cabeza.
         -¡PABLO! –Lo dije casi gritando, para que me pudiera oír.
Él enseguida se giró.
         -EZERK EZ GAITU BANANDUKO!
         A metros de distancia entre nosotros dos, con la mirada de cada uno de los miembros que se encontraban alrededor clavadas en nosotros, una lágrima recorrió por nuestras mejillas al recordar aquella frase.